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Portillo asume la presidencia de Guatemala con un Gabinete pluralista que incluye el partido de Ríos Montt

El populista Alfonso Portillo se convirtió ayer en el primer presidente de la Guatemala de posguerra. Con él llega al poder el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), el partido fundado y dirigido por el general golpista Efraín Ríos Montt, pero también toda una constelación de personajes (desde viejos militantes de la izquierda a democristianos, pasando por defensores de derechos humanos o sindicalistas) vinculados al nuevo mandatario. Algunos analistas recelan de la viabilidad de este variopinto Gabinete, cuya formación ha estado precedida de agrias disputas dentro del FRG por el reparto de los cargos. Portillo, abogado y economista de 48 años, carga sobre sus hombros todo el caudal de esperanzas, quizá desmesuradas, de una población castigada por la crisis económica y la delincuencia.

Con su indudable carisma y un contundente discurso antioligárquico, cosechó el 68% de los votos el pasado 26 de diciembre. Y ayer recibió la banda presidencial del mandatario saliente, Álvaro Arzú, cuyo principal logro fue poner fin a 36 años de guerra civil al firmar la paz, en el año 1996, con la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Entre uno y otro, el propio general Ríos Montt, nuevo presidente del Congreso, ofició como maestro de ceremonias.

A la toma de posesión asistieron los jefes de Estado centroamericanos, el príncipe de Asturias y diversas delegaciones internacionales. En la víspera, Portillo presentó al nuevo Gobierno, definido después de tensas negociaciones con Ríos Montt. El Gabinete es reflejo de su camaleónica trayectoria (militó en la guerrilla marxista y en la democracia cristiana antes de acabar como candidato socialdemócrata del FRG), pero también una clara señal de sus deseos de desmarcarse de su padrino político.

Así, junto a algunos ríosmonttistas, como el canciller Gabriel Orellana, hay personajes vinculados a la antigua guerrilla, como Rubén Calderón -hoy secretario de la Paz-, y a la defensa de los derechos humanos, como la ministra de Cultura, Otilia Lux, prestigiosa pedadoga indígena y miembro de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, cuyo informe acusa de genocidio al Gobierno golpista que presidió Ríos Montt entre 1982 y 1983.

Dos colaboradores del asesinado obispo Juan Gerardi también han encontrado espacio: el periodista Edgar Gutiérrez asumirá la Secretaría de Análisis Estratégicos (Espionaje) y Ronalth Ochaeta, ex director de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, será "asesor en la sombra" del nuevo presidente.

La cartera más controvertida es, sin duda, la de Defensa. Tras los desencuentros con Ríos Montt, Portillo ha optado por una solución salomónica: nombrar un ministro transitorio mientras se reforman las leyes para colocar a un civil al frente de las Fuerzas Armadas, tal y como especifican los Acuerdos de Paz. El cargo ha recaído en un coronel, Juan de Dios Estrada, lo que implica la renuncia de los 20 generales en activo.

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Tan abigarrado Gabinete ha provocado descontento tanto en el Ejército como en las filas del eferregismo, que controla el Congreso con mayoría absoluta.

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