La veracidad de Leonhardt
Ciclo de órgano de la ONE Gustav Leonhardt, organista. Obras de Juan Sebastián Bach. Auditorio Nacional. Madrid, 12 de enero.Entre tantas significaciones como encierra el año 2000, cuenta la que se deriva del 250º aniversario de la muerte de Juan Sebastián Bach, que el mundo ha empezado a conmemorar de manera fervorosa. Y cuando hablamos del Año Bach, a tanta distancia de la vida y obra del gran compositor, todos sentimos la sensación de que nos referimos no ya a un moderno, sino a un genio actual, pues una creación como la suya, de tanta fuerza sintética, de tan inmenso genio y tan rica de valores, no periclita jamás.
Celebro infinitamente que la primera manifestación del Año Bach en Madrid sea un ciclo sobre su invención organística. Nunca creí que las salas de conciertos sean "templos", ni la música una religión, que estos tópicos ya los manejó Camille Mauclair y otros "sentimentalistas" de las artes. Sin embargo, no tengo inconveniente en comentar cómo anteayer la sala grande del Auditorio Nacional, mientras sonaba la música de Bach teñida por Gustav Leonhardt, sugería lo que debió ser la iglesia de Santo Tomás de Leipzig cuando Juan Sebastián, sobre los teclados del gran órgano, desvelaba las razones y verdades de su arte hondísimo y sin vanidad. Arte "a lo divino" podríamos decir, al margen de que la pieza en cuestión fuera de intención religiosa o profana.
Sonata en la menor, Fantasías, Preludios-corales, Partita sobre el coral "O Gott du frommer Gott", Preludium en mi menor, hora y media continuada de música ejemplar servida por un intérprete que a su saber y nobleza añade una serena expresividad. Y entre dos grupos de pentagramas bachianos tuvo Leonhardt el acierto de situar unos bellísimos ejemplos de Georg Böhm (1661-1773), organista en Lüneburg y del que Bach pudo ser, en algo, alumno.
Leonhardt, clavecinista, organista, director y muestra espléndida de erudito artista, comenzó el Año Bach desde la veracidad: ningún homenaje mejor para esa figura pivote de la evolución musical, bifronte en su mirada compendiosa hacia el pretérito y en su rara adivinación del futuro.
Babelia
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