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La policía colombiana sigue sin pistas sobre el español secuestrado

Nada se sabe aún sobre Ángel Blanco, el ingeniero español secuestrado el viernes en el puerto petrolero de Barrancabermeja cuando celebraba con la familia de su mujer la fiesta de fin de año. Tres hombres armados llegaron hasta la casa en el barrio de Santa Ana, se presentaron como guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y se lo llevaron. Hasta ayer nadie lo había reivindicado, y la policía carecía de pistas sobre los captores y el paradero de Blanco.

Los conocedores de la compleja situación de violencia que vive Barrancabermeja (presencia de la guerrillas y paramilitares) se inclinan por la hipótesis que señala a los elenos como autores. No creen, como dicen otras versiones, que se trate de delincuentes comunes. "Estoy muy preocupada; aún no sé nada", dijo, con voz quebrada, Sandra Carvajal, su mujer. Por precaución, fue cautelosa al hablar ayer con este periódico: "Lo único que quiero decir es que Ángel es una persona noble, que jamás le ha hecho daño a nadie. Le pido a quien lo tenga que por favor no le haga nada". "Mi esposo no es una persona adinerada", declaró.

Blanco, pontevedrés de 50 años, es ingeniero industrial de profesión y trabaja como capataz de montaje en las obras de una represa para la compañía venezolana Masa, subcontratista de la española Dragados y Construcciones. El plan de Blanco y su mujer, colombiana, era regresar el 4 de enero a Puerto Ordaz (Venezuela), donde viven desde hace mes y medio. El español fue el último secuestrado de 1999 en el país campeón en este delito: ocho personas son privadas de su libertad cada día. La mitad de los casos son atribuidos a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y al ELN.

Aunque el primero de estos grupos decretó como "regalo" a los colombianos una tregua navideña del 20 de diciembre al l0 de enero, no incluyó dentro del cese de acciones el secuestro. El ELN no se acogió a la tregua. Para la insurgencia, el secuestro es una de sus fuentes de financiación. Los comandantes elenos han repetido que así como el Estado cobra impuestos para financiarse, su organización tiene que buscar una manera de garantizar ingresos. Más de 2.000 personas, contra su voluntad, pasaron en Colombia la Nochevieja en cambuches -cuatro palos cubiertos con plásticos- vigilados por sus captores. De entre ellos, 1.400 recibieron al amanecer de la segunda jornada del nuevo año un mensaje de esperanza a través del programa Las voces del secuestro que sagradamente, en las madrugadas de domingo, retransmite radio Caracol. El programa se ha convertido en la cita obligada de los secuestrados. Al recobrar la libertad, muchos cuentan que estas voces de aliento de amigos y familiares les fue vital para soportar la pesadilla.

Cada vez más, cuenta Herbin Hoyos, director de este programa de cuatro horas, los comandantes aceptan que los rehenes tengan radio; en algunos frentes guerrilleros, el paquete con cepillo de dientes, botas y chándal que se entrega el primer día de cautiverio incluye el transistor. Este fin de año, Las voces del secuestro incluyó el mensaje del presidente Andrés Pastrana.

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