La versión jazzística del Concierto de Año Nuevo entusiasma en Viena
La Vienna Art Orchestra estrena "All that Strauss" en el Sofiensäle
El primer Concierto de Jazz de Año Nuevo de la Vienna Art Orchestra (VAO) celebró un estreno triunfante la noche del 1 de enero sobre el escenario del Sofiensäle de Viena. Bajo el título All that Strauss (Todo ese Strauss), Mathias Rüegg adaptó para su big band y para las improvisaciones de los solistas invitados las 15 piezas del repertorio que la Filarmónica de Viena había presentado en versión clásica por la mañana.
El público aplaudió con entusiasmo al saxofonista Wolfgang Puschnig, al constatar con sorpresa que es posible un Vals del Danubio Azul ocurrente y fresco, alejado pero no ajeno al original. El trompetista francés Michel Portal eligió la rápida Marcha persa; el violinista Rudi Berger desgarró con gusto el Vals de canciones de amor, y el Vals de Albion cedió como dúctil materia prima en la voz y la guitarra del brasileño Alegre Correa, mientras que Bertl Mayer, con su armónica, secundado por la orquesta, liberó de toda rigidez el vals Marienklänge, de Josef Strauss, y la Polka helénica se insinuó en el suspiro solitario del contrabajo de Georg Breinschmid.El contrabajista, de 26 años, formó parte de la Orquesta Filarmónica de Viena antes de decidir que lo suyo era el jazz. Hace dos años, tocó con los filarmónicos el Concierto de Año Nuevo dirigido por Zubin Mehta, y ahora opina que "transformar en jazz las composiciones de los Strauss es lo más acertado, porque en su tiempo -finales del XIX- en muchas partituras no constaba más que la melodía y la sucesión de acordes, y los intérpretes se veían obligados a improvisar. Strauss escribía partituras por la mañana y esa misma noche ya las presentaba en público. Para una orquesta clásica de hoy sería inconcebible".
La VAO, que en 1979 publicó su primer disco, Tango from Obango, no se limita a aderezar de swing las melodías clásicas. Mathias Rüegg, director y compositor del grupo, busca una metamorfosis más radical. Por ejemplo, convierte momentos de conjunto en campo de improvisación para solos y dúos. Su atrevimiento es irreverente, pero no insultante. "Se trata de mostrar bajo otra luz el material compuesto por Strauss. Es un tributo y no una parodia", dice Rüegg, que, después de hacer los arreglos compás a compás (4.500 en total), considera que lo más difícil de estas espléndidas melodías y sencillas armonías es la enorme cantidad de notas y los repentinos cambios de sensaciones.
Monumental pero corroída por el tiempo y el descuido, la sala de fin de siglo del Sofiensäle, donde la dinastía Strauss estrenó 70 composiciones, fue un escenario perfecto para el espectáculo, que contó además con la danza del 2nd Nature Dance Group. Mathias Rüegg cree que el concierto no se convertirá en una nueva tradición vienesa: no se siente con ánimos de repetir la aventura. La grabación en vivo de All that Strauss saldrá a la venta el 20 de enero.
Babelia
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