El futuro de un prestigioso pasado

"El Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) y el Museo de Prehistoria de Valencia son dos partes inseparables de una misma institución". Así empieza el libro que da cuenta de la trayectoria y de los contenidos del Museo de Prehistoria de la Diputación de Valencia, emplazado en el Centre Cultural La Beneficència dese 1995. Una trayectoria que viene a confirmar la importancia de la función investigadora como soporte fundamental sobre el que se asienta un museo, la parte visible, expositiva, del trabajo de los especialistas. El Museo de Prehistoria de Valencia es un caso paradigmático en este sentido. Su origen se remonta a 1927. Isidro Ballester fue el principal impulsor de esas dos caras: por una parte, las excavaciones, los estudios y las publicaciones; por otra, la constitución y posterior crecimiento de un museo a partir de lo anterior. Esta fórmula es la que se ha seguido a lo largo de la mayoría de los 70 años de existencia del museo que recibe el nombre de uno de sus fundadores, el prestigioso prehistoriador Domingo Fletcher, y que está considerado por los especialistas como una auténtica joya en su materia. En este sentido, Enrique Pérez Cañamares, historiador y responsable de la red de museos de la Diputación de Valencia -la Beneficència pasará a llamarse Centre de les Cultures Mediterrànies-, destaca la importancia del museo, señalando el rigor que ha presidido su historia y el referente ineludible en que se ha convertido para cualquier estudio del Paleolítico europeo. Sin embargo, el proyecto de reestructuración del Museo de Prehistoria ha levantado una gran polvareda, cuando no temor, entre los expertos en prehistoria y sectores intelectuales por lo que puede suceder con este legado. Al mismo tiempo se ha puesto en entredicho el futuro del SIP. Todo ello como consecuencia también de la atonía que ha presidido la andadura -"languideciente", según Cañamares- del Museo de Prehistoria durante los últimos años. Una de las primeras medidas culturales del PP cuando accedió a la Diputación hace más de cuatro años fue sustituir al prestigioso prehistoriador Bernat Martí en la dirección del Museo de Prehistoria.

La idea es fusionar el museo de la Prehistoria con el de Etnología, ubicado en el mismo centro, para conformar el que en un principio se ha llamado Museo de las Culturas, y que, finalmente se quedará en Museo de Prehistoria y Etnología. Su cometido tendrá una "función social" y deberá explicar "sintéticamente y en lenguaje moderno" el paso del hombre -"de las culturas, las sociedades", apunta- por las tierras valencianas desde la prehistoria hasta la modernidad, asegura Cañamares.

Él es el encargado de llevar a puerto este programa que se inscribe en una profunda reforma del área museística de la Diputación, justificada por el diputado de Cultura, Antonio Lis, del PP, en el defectuoso y confuso funcionamiento de la misma. La finalidad es que el centro se convierta en un museo de cabecera. Para ello, Cañamares distingue tres preceptos museísticos: la exposición permanente destinada a la visita del público en general; la de referencia que se ubicará en los almacenes de la Beneficència y ofrecerá a los investigadores la "secuencia científica" de las colecciones también visitables; y la de reserva, material del Museo de Prehistoria que se traladará a un almacén de Bétera, por la falta de espacio en la Beneficència, afirma el director. Cañamares, además, niega que se vayan a reducir los efectivos y la actividad del SIP y señala que pasará de cuatro arqueólogos que tiene ahora a siete especialistas. Insiste, no obstante, en subrayar que el SIP debe funcionar de manera más autónoma con respecto al museo para conseguir más recurosos para ambos. La arqueóloga del SIP, Elena Bonet, será la jefa del mismo, al tiempo que subdirectora del Museo de Prehistoria.