_
_
_
_

Militares y civiles chocan en Venezuela por la dirección de las operaciones de salvamento

Juan Jesús Aznárez

La crisis es ya manejable, según el ministro de Defensa venezolano, general Raúl Salazar, pero la reconstrucción nacional es objetivo de años, y saltan chispas entre los militares y civiles que combaten los daños causados por las peores inundaciones de la historia de Venezuela. Se disputan la dirección de las operaciones de salvamento. Un éxodo de miles de personas viaja hacia territorios venezolanos vírgenes, tratando de rehacer sus vidas; otra diáspora, más numerosa, es socorrida en los refugios de Caracas por psiquiatras, sacerdotes y voluntarios.

Más información
Dos días sepultado vivo
Mueren los 22 ocupantes de un avión cubano con ayuda humanitaria

Los testimonios de algunas víctimas aún estremecen. Sepultado casi tres días en el barro, Alberto Salas acertó a sacar una mano y agarró por las botas a un soldado norteamericano que pisaba encima. "Yo salvé la vida, pero la perdieron mis dos hijas". La solidaridad navideña es enorme con los 200.000 compatriotas a la intemperie, sin casa, ni empleo, ni ganas en muchos casos de alejarse de Vargas, el litoral barrido del mapa, y dedicarse a la colonización de otros estados.El Gobierno y la sociedad civil, fracturada durante el referéndum constitucional del pasado día 15, y la prensa en bloque, trabajan agrupados para forjarles un nuevo porvenir, y las diferencias políticas apenas merecen atención. Los niños más pobres recibieron regalos y mimos que probablemente no hubieran tenido en las chabolas de origen, y un circo de jirafas y focas, cargamentos de regalos, música y un menú extraordinario aliviaron las convalecencias y depresiones de Nochebuena y Navidad. "Nos olvidamos un poco, pero el dolor regresa rápido", dicen los familiares de los aproximadamente 30.000 venezolanos dados por muertos o desaparecidos.

Durante un recorrido de dos días por los refugios de la capital, la mayoría glorificaba a Hugo Chávez, porque esa mayoría no tenía casa de fin de semana en los adinerados tramos turísticos del litoral y votó al comandante. "No nos ha abandonado", declaraban las personas consultadas. "No soy el Niño Jesús, sólo soy el niño Chávez", respondió el gobernante a quienes le abrazaban a su paso durante su visita a las graderas del Poliedro.

No todo es concordia, sin embargo, y algunas canalladas sublevan. Unos padres denunciaron haber recibido llamadas anónimas exigiendo el pago de un rescate por la entrega de su hijo, de tres años, desaparecido durante los derrumbes y desbordamiento; otros personas afirman ser damnificados cuando sólo son farsantes, y quedó detenido un hombre de 30 años que se burló de todo el país simulando ser un desesperado rodeado de cadáveres, al borde del infarto. "Pido clemencia al país y a Chávez", declaró durante su presentación pública, esposado.

Los militares, en sintonía con un presidente que viste uniforme de campaña, dirigen las operaciones de rescate. Esa supremacía, protestada entre las filas civiles, llevó a un grave choque, verbal, físico y político, entre un coronel y Alfredo Laya, gobernador de Vargas, el Estado destruido, que permaneció detenido durante varias horas. Debió intervenir el jefe del Gobierno para mediar entre esa autoridad civil, afecta, y los jefes castrenses implicados en la trifulca.

Un militar del Ejército empujó y golpeó al gobernador y a un diputado del partido Patria para Todos, integrante de la coalición gubernamental Polo Patriótico, por diferencias de criterio. El coronel negó el envío de comida y agua a Naiguatá, considerando que convenía almacenarlas para otros destinos, y el gobernador pretendió imponer su autoridad a la brava. Hubo patadas y empujones, y Laya, que se llevó la peor parte en el agarrón, quedó retenido varias horas.

El ministro de Defensa vino a dar la razón a sus hombres, aunque trató de restar importancia a un incidente que no parece aislado. Días atrás, el diputado oficialista Pablo Medina había protestado el virtual estado de guerra decretado por la Fuerza Armada cuando se trata de un estado de catástrofe natural.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_