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MEDIO AMBIENTE

Francia crea una comisión para investigar el accidente del 'Erika'

Llega la avanzadilla de la marea negra, azotada por fuertes vientos

La avanzadilla de la marea negra procedentente del Erika ha llegado a Belle-Ile, al sur de Bretaña. Tras una primera evaluación de daños, un grupo de bomberos provisto de palas procedió a limpiar las arenas de la playa de los impactos de hidrocarburo. El presidente de la Asamblea Nacional, Laurent Fabius, acaba de crear una comisión parlamentaria encargada de investigar el embrollo legal que ha suscitado el naufragio.

Vientos muy fuertes, con rachas de hasta 140 kilómetros por hora, han hecho aún más difícil la tarea de realizar previsiones exactas sobre la localización y la magnitud de la contaminación que se teme cause el fuel oil vertido por el Erika, el petrolero hundido hace ya más de dos semanas.Por el momento, los casi 2.000 hombres movilizados por la amenaza de marea negra no saben, pues, hacia qué puntos deben dirigirse y concentrar sus esfuerzos. El oleaje provocado por los vientos hace imposible también, y muy probablemente ineficaz, la instalación de los 33 kilómetros de barrera o dique flotante con que cuentan las autoridades para intentar frenar o conducir las distintas manchas de fuel oil.

Las primeras y poco importantes descargas de fuel que llegaron a la costa fueron causadas por otros petroleros que aprovecharon el naufragio del Erika para limpiar sus bodegas, según confirmaron ayer las autoridades costeras.

La compañía TotalFina, fletadora del Erika, ha comunicado que pone a disposición de las autoridades material anticontaminación valorado en 1.000 millones de francos (unos 25.000 millones de pesetas). Pero la responsabilidad del naufragio sigue siendo un misterio. TotalFina mantiene su inocencia, aunque la organización ecologista Greenpeace anunció el pasado jueves que se integraba en la acusación en calidad de "víctima" e implicó directamente a la empresa.

Nadie sabe a estas alturas cuál era el grado de fiabilidad del último control técnico pasado por el Erika. Es más, la sociedad que lo efectuó, la italiana Rina (Registro Italiano Navale), ni siquiera puede garatizar que los documentos que se le atribuyen no hayan sido falsificados. Y la incógnita es también espesa cuando se intenta conocer datos sobre el supuesto armador italiano propietario del barco: Tever Shipping, firma registrada en Malta, se ha revelado como una empresa fantasma dependiente del armador griego Georgios Economou, según el diario Le Monde.

La justicia francesa ha ordenado una evaluación de daños a cargo de tres expertos. Thever Shipping y TotalFina se habían opuesto a la medida.

Autoridades experimentadas

Las autoridades han aprendido mucho de los sucedido en 1978, cuando el Amoco-Cadiz vertió 220.000 toneladas de petróleo frente a las costas bretonas. Hubo que pleitear 14 años ante los tribunales estadounidenses para conseguir que la petrolera Amoco -desde entonces los barcos han dejado de llevar el nombre de la empresa a la que sirven: es un riesgo para su imagen- abonase una indemnización de 1.200 millones de francos (unos 30.000 millones de pesetas). Ahora, las compañías de seguros cubren todos los riesgos, incluidas las pérdidas sufridas por los pescadores y hasta por los comerciantes de langostinos.

Únicamente los miles de pájaros petroleados aparecen como víctimas sin protección: más de 400 aves han sido recogidas por los servicios veterinarios bretones desde el naufragio del Erika.

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