Cemento con historia

Nació casi un pueblo al calor de la cementera, fábrica de la que ha salido un porcentaje muy elevado del cemento con el que se han construido los edificios del País Vasco. Son 150 años de historia los que esconde Cementos Rezola tras las paredes grises de su fábrica del barrio donostiarra de Añorga. Tras ellas han pasado su vida laboral miles de hombres y mujeres que forman parte del desarrollo de la industria vasca. La empresa nació en 1850 cuando José María Rezola descubrió un molino de agua y decidió abrir una fábrica hidráulica de cal con 10 empleados: nueve hombres y una mujer. Ahora la firma emplea a 910 personas en el País Vasco, entre puestos directos e inducidos en las plantas de Arrigorriaga y Añorga.

Rezola ha sufrido de forma intensa los avatares de la historia de España, ya que su cuenta de resultados ha dependido en gran parte de la situación política. Ahora, tras haber sufrido una importante crisis que coincidió con los años de la reconversión industrial, se encuentra en un buen momento económico debido al repunte del sector de la construcción. En estos momentos, suministra al mercado el 60% del cemento que se consume en Euskadi. Su sello está en edificios emblemáticos construidos en este final de siglo, como el Museo Guggenheim de Bilbao y el Palacio Kursaal de San Sebastián.

Los responsables de la empresa desean borrar esa imagen gris que durante años ha perseguido a la fábrica de Añorga. Cruzar el tramo de la cementera era igual que adrentarse en un mundo con tonalidades grises. Edificios y vegetación estaban cubiertos de un polvillo que ocultaba los colores naturales. Hoy, se ha reducido de forma importante la contaminación. Los directivos de esa industria están empeñados en destinar un porcentaje alto de sus beneficios en un plan medioambiental de restauración ecológica y de medidas anticontaminantes y de tratamiento de los residuos en sus distintas actividades y en todos sus centros productivos.

Además, y coincidiendo con el siglo y medio de vida de la fábrica, Cementos Rezola va a crear un museo del cemento, el único de estas características en España, en el edificio de la ikastola que había en el barrio de Añorga. Este barrio, que se creó para los empleados de la cementera, tenía en su tiempos de mayor desarrollo económico clubes deportivos, un centro escolar, economato propio,... En definitiva, todo lo necesario para que los vecinos no tuviesen que acercarse hasta el centro de la ciudad a realizar sus compras. Actualmente, la mayoría de esos centros han desaparecido y lo que quedan son viviendas a uno y otro lado de la N-I. Los vecinos cambian de acera cruzando un túnel subterráneo que se encuentra junto a la garita de control de la fábrica. Un libro, que se editará el próximo año, recogerá los sucesos que ha vivido está industria durante el último siglo y medio.