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Reportaje:

El estudiante sólo paga el 14% del coste de su carrera

El coste de cada una de las carreras es también determinante. Un estudiante de Medicina, la más cara, cuesta en torno a 1,2 millones de pesetas al año, mientras que un diplomado en relaciones laborales no llega a las 400.000. El alumno, por medio de los gastos de matriculación, viene a pagar el 14% del total. Las ingenierías superiores sobrepasan el millón de pesetas y en general todas las carreras con alto contenido técnico, debido al gasto en laboratorios y prácticas, son caras, lo que explica claramente que la UPC encabece la lista resultante de dividir la subvención total por el número de alumnos matriculados en primer curso.

Pero la UPC tiene un alto grado de efectividad, tal vez no en lo referente a la duración de la estancia de los alumnos en el centro, que se explica por la propia dificultad de los estudios y por el hecho de que no se obtiene la titulación hasta que se ha finalizado el proyecto de fin de carrera, pero sí en cuanto a la inserción laboral de sus estudiantes, un aspecto muy importante cuando se evalúa el coste que la universidad supone al contribuyente, y que la sindicatura ni siquiera aborda.

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Inserción laboral

Una encuesta presentada el pasado viernes por el rector de la UPC, Jaume Pagès, y realizada a 2.181 alumnos de esta universidad que acabaron sus estudios en el curso 1996-97 revela que su tasa de ocupación es del 97,5% y que un 75% encontró trabajo en menos de dos años. La UPC realiza este tipo de encuesta cada dos años y comparativamente las cifras habían mejorado respecto a la última. El estudio también revela que los titulados de la UPC que trabajan perciben, de media, una retribución de más de tres millones de pesetas anuales y que el 48% tiene un contrato laboral indefinido.

Los alumnos de la UPC, explicó su rector, cinco años después de haber acabado sus estudios ya han devuelto al Estado, tan sólo en concepto de impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF), lo que el Estado ha invertido en ellos durante su formación. "La Administración", añadió Pagès, "debe dejar de considerar la universidad como un gasto y empezar a considerarla una inversión porque es un negocio para el Estado, ya que este profesional, una vez amortizada su formación, seguirá pagando al Estado el resto de su vida". El rector de la UPC llegó a sugerir que una parte del IRPF que pagan se reinvierta en las universidades.

La UPF también se precia de conseguir una alta inserción laboral de sus alumnos en muy breve tiempo y asegura que un 55% de sus estudiantes se han graduado y han encontrado trabajo antes de cumplirse los cinco años desde que comenzaron sus estudios universitarios.

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