El Parlamento se muestra incapaz de consensuar una política de futuro para el euskera
Todos los grupos parlamentarios coincidieron ayer en que el consenso es importantísimo en materia tan sensible como la lengua, pero se mostraron incapaces de conseguirlo. El pleno que celebró el Parlamento para que el Gobierno informara de su plan para promocionar el uso del euskera en los próximos 10 años se convirtió en un duro debate sobre política lingüística. El Acuerdo de Lizarra se trasladó otra vez a la Cámara. Sus firmantes (PNV, EA, EH e IU) apoyaron el plan frente al rechazo de populares, socialistas y UA, que reclamaron su retirada. La unidad nacionalista sólo se rompió cuando todos los partidos rechazaron una iniciativa de EH para eliminar el modelo A (en castellano) y apoyaron, menos la coalición abertzale, otra del PP sobre la libertad de cada ciudadano para elegir lengua. Las propuestas aprobadas no aportan novedades al plan.
El plan, que ya se está aplicando como eje de la política lingüística desde el inicio de esta legislatura, refeljó de nuevo la división en dos bloques del Parlamento. Los firmantes de Lizarra consideran que el Plan General de Promoción del Uso del Euskera es una herramienta adecuada para extender la lengua vasca en la vida cotidiana. El resto de los grupos parlamentarios (PP, socialistas y UA) consideran, en cambio, que pretende implantar un "monolingüismo euskaldún".No hubo manera de alcanzar el consenso que todos pedían. La propuesta aprobada con mayor respaldo fue curiosamente una del PP, en la que el Parlamento "recuerda que toda política lingüística deberá respetar la libertad personal de los ciudadanos" a elegir conocer o utilizar cualquiera de las dos lenguas oficiales de la comunidad autónoma. EH se quedó sola al recharzarla. Exactamente igual que cuando sus parlamentarios votaron en solitario su propuesta de suprimir el modelo A (sólo en castellano con el euskera como asignatura).
El resto de las nueve propuestas aprobadas con el respaldo de los integrantes de Lizarra (cinco de ellas presentadas conjuntamente por los tres grupos nacionalsitas) se limitan a instar a los promotores del plan a desarrollarlo, a precisar los plazos para ejecutarlo, y reclaman al Gobierno vasco que impulse la colaboración en materia lingüística con entidades públicas y privadas de Navarra y el País Vasco francés. La mayoría también animó a populares, socialistas y UA a sumarse al acuerdo Bai euskarari.
Los partidos no nacionalistas aprovecharon que la consejera de Cultura, Mari Camen Garmendia, acudía a la Cámara a presentar el plan -a petición, eso sí, de la oposición- para criticar frontalmente el documento y toda la política lingüística en general. La socialista Isabel Celaá acusó a los nacionalistas de buscar "guerras lingüísticas"; el popular Iñaki Oyarzábal, de utilizar la lengua al servicio de su ideología y Enriqueta de Benito, de UA, de poner el euskera por encima de las personas.
"Orixe más Cervantes"
Garmendia rechazó todas las acusaciones y críticas: "Nunca se ha planteado como un plan de nacionalistas, sino que refleja el pluralismo" de la sociedad; "en ningun momento plantea la destrucción de ninguna lengua".
Terminó la consejera parafraseando al escritor Bernardo Atxaga: "Nosotros no queremos restar, queremos sumar. Orixe más Cervantes", a lo que añadió de cosecha propia "o a la inversa. Y sumar también a Shakespeare, Goethe,..."
Populares, socialistas y UA, que se quejaron de no haber conocido siquiera el texto antes de su aprobación, coincidieron en que el plan vigente significará el fin del bilingüismo porque socava los derechos de los castellanohablantes. Los tres grupos consideraron que el texto, por el que se rige la actual política respecto a la lengua, implicará el triunfo del monolingüismo euskaldún. Sus respectivas propuestas de retirada del plan fracasaron.
El portavoz de IU, Javier Madrazo, apoyó el documento y proclamó que como no nacionalista no está "dispuesto a dejar la bandera del euskera sólo en manos de los nacionalistas". Los representantes del PNV y EA alabaron el plan y su utilidad a la vez que respondieron también en duros términos a las acusaciones de la oposición.
Pese a apoyar el documento para promocionar el euskera en el Parlamento, EH anunció por boca de su parlamentaria Nekane Astibia que en breve presentará en Udalbiltza (la asamblea de electos nacionalistas de Euskadi, Navarra y el País Vasco francés) su propia propuesta de política lingüística. Astibia reconoció que ésta "irá más allá" del plan, pero que en aras del acuerdo decidió apoyar la propuesta del Gobierno.
Garmendia (izquierda), ayer en el Parlamento con Nekane Astibia (EH) e Iñaki Galdós (EA), quien porta el plan./P.J.P.
De la gestación al contenido
Un total de 16 meses han pasado desde que el Ejecutivo autónomo diese luz verde al plan que dibuja en líneas generales por dónde debe ir la promoción del uso del euskera en el País Vasco hasta su debate en la Cámara de Vitoria. Fue uno de los últimos asuntos aprobados por el Gabinete de José Antonio Ardanza y se viene aplicando desde el inicio de esta legislatura.El plan forma parte del programa de gobierno de Juan José Ibarretxe. Aunque fue aprobado por el PNV y EA (los socialistas estaban a punto de abandonar el Ejecutivo), cuando EH firmó su acuerdo parlamentario con los dos socios nacionalistas del Ejecutivo, lo asumió tal cual.
Es indiscutible que en las dos últimas décadas el euskera ha pasado de perder hablantes a ganarlos año a año. Pero el actual Gobierno considera que es hora de ir más allá y potenciarlo con vigor. Tres de cada diez vascos conocen el euskera, pero quienes lo usan como lengua preferente son bastantes menos.
El objetivo del plan, que ocupa unas 70 páginas, es nítido: "Ofrecer a los ciudadanos que quieren vivir en euskera la posibilidad de hacerlo". O como dijo ayer la consejera de Cultura, Mari Carmen Garmendia, que vascohablantes y castellanohablantes tengan las mismas oportunidades a la hora de usar cualquiera de las dos lenguas cooficiales de la comunidad autónoma desde hace 20 años.
Múltiples son las actuaciones previstas por el plan -instrumento básico de la política lingüística- para garantizar la transmisión de la lengua vasca a las generaciones venideras, ampliar su uso más allá de la escuela y el hogar y potenciar la industria cultural. Estos tres son los objetivos estratégicos del plan gestado en el llamado Consejo Asesor del Euskera, órgano que agrupa a 39 personas, nombradas todas por Garmendia -entonces y ahora titular de Cultura-, pertenecientes a los niveles de la Administración vasca y a organismos sociales del ámbito del vascuence.
Los campos de actuación previstos en el plan son diversos y abarcan prácticamente todas las facetas de la vida cotidiana: la enseñanza, la Administración, las nuevas tecnologías, el mundo empresarial, el ocio, el deporte y los medios de comunicación. Las actuaciones son muchísimas. En síntesis implican, por ejemplo, que las instituciones tengan en cuenta criterios lingüísticos al contratar servicios externos, garantizar la atención en euskera en la Sanidad, la Justicia y la seguridad ciudadana -con mayor énfasis en las zonas euskaldunes-, fomentar su uso en el mundo laboral, desarrollar una industria tecnológica del euskera, ampliar la oferta lectiva en la Universidad y la Formación Profesional, promover la formación bilingüe de monitores de tiempo libre, etcétera.
Pero el plan se permite incluso más y recomienda que en aquellas poblaciones netamente euskaldunes las misas se oficien sólo en euskera. Se sabe que durará diez años, pero no cuánto costará a los contribuyentes.
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