Un martillo para la competencia
El martillo, uno de los iconos tradicionales de la clase trabajadora, ha convertido después de 30 años de actividad a Talleres Betoño, SA, en un ejemplo emblemático de evolución empresarial y adaptación a los nuevos tiempos. Los enormes taladros hidráulicos que fabrica y comercializa esta firma vitoriana la han convertido en la empresa líder del sector en España con una ambición exportadora que le puede llevar en los próximos años a la última frontera del mercado como es China.La organización interna, heredada de su impulso inicial en 1968, la configura como una sociedad anónima atípica en la que los trabajadores son asimismo socios sin alcanzar la fórmula de cooperativa. La fundación partió de un grupo de diez hombres impulsados por un sacerdote e inspirados "por un espíritu social-cristiano al estilo de Mondragón". según su gerente actual, José María Pozas.
La actividad industrial ha variado desde los primeros tiempos en que la empresa estaba ubicada en el polígono de Betoño -de ahí su nombre- y trabajaba subcontratada, pasando posteriormente a la creación de maquinaría de artes gráficas. Desde hace 25 años se ha especializado de manera progresiva en martillos hidráulicos, cuya fabricación ahora ocupa el 98% de su actividad. La entrada en este sector respondió a una decisión empresarial casi visionaria, ya que en aquellos momentos se trataba de un terreno casi virgen. "Era un producto novedoso en el ámbito mundial, y desde entonces ha tenido un desarrollo exponencial", señala Pozas.
Con las excavadoras
La gama actual de grandes taladradoras que surgen de la planta alavesa se mueve entre las más pequeñas, que no alcanzan los 100 kilogramos de peso, hasta unas enormes estructuras de tres toneladas que superan los tres metros de altura. "Los martillos son un complemento de la excavadora, y algunas de estas superan las ochenta toneladas", describe el máximo responsable. La complejidad técnica que acompaña a su elaboración concentra la producción internacional en poco más de una veintena de empresas, lideradas por las firmas italianas y coreanas.
Talleres Betoño se encuadra dentro de ese selecto grupo, que la convierte en el mayor fabricante español. Su mirada exterior se ha fijado especialmente en Francia, en donde cuenta con una estructura comercial propia, en Portugal donde su implantación es también importante, así como en Bélgica, Luxemburgo, Suiza y Polonia, lo que completa una facturación foránea del 30%.
Consorcio exportador
Participa asimismo a un consorcio de exportación con otras tres empresas españolas del sector, dirigido a naciones de Centroeuropa, Turquía y Oriente Medio. En este contexto, la próxima implantación del euro se plantea como una posibilidad de realizar una mayor ampliación de mercados.
El crecimiento en la facturación que ha experimentado durante los dos últimos años, fijado en un 30%, ha coincidido con la bonanza que vive el sector de la construcción en toda España. "Ha tenido un auge terrible y nos hemos visto muy favorecidos por esta circunstancia", apunta el gerente de Talleres Betoño.
El organigrama directivo cuenta además con cuatro responsables comerciales repartidos por sendas zonas del país además del que cubre Francia, que trabajan con sus respectivos distribuidores nacionales, treinta puntos de venta en total. Javier Fernández de Betoño ocupa el puesto de responsable del departamento administrativo; José Manuel Mateo es director de producción y compras y Raimundo Izarra, director de Montaje. El esquema organizativo se completa con una oficina técnica, y un departamento de Ingeniería de desarrollo.
El capital social está muy repartido y ningún socio cuenta con un porcentaje superior al 4%. Las plusvalías se destinan mayoritariamente a inversiones: "Somos una empresa muy conservadora en cuanto a reparto de beneficios", indica José María Pozas. "Ahora mismo tenemos previsto para el año que viene unas inversiones de 120 millones de pesetas".
La mayor parte de este dinero está dirigido a la compra de maquinaria y desarrollo de productos y prototipos. "Tenemos 16 modelos de martillos, pero es necesario realizar continuas modificaciones, introduciendo mejoras y creando nuevos diseños", concluye el gerente. "Miramos y nos miran continuamente de reojo los competidores en este mercado".
Trabajo oscuro
Los clientes de la firma vitoriana no son grandes empresas de manera genérica. Se trata en muchas ocasiones de trabajadores particulares propietarios de excavadoras o firmas de pequeñas dimensiones "cuya actividad no está dentro de grandes constructoras ya que se trata de una labor previa en la cadena productiva", según José María Pozas, gerente de Talleres Betoño. Los precios de los martillos hidráulicos se mueven entre un millón de pesetas y diez millones en función de las excavadoras a las que se incorporan. "Cuando uno piensa en grandes obras como las del AVE o el Guggenheim, lo que está claro es que al principio ha habido alguien con un martillo como los nuestros que ha hecho la excavación", puntualiza. "Se trata de un trabajo más oscuro y del que casi nunca se ocupan las grandes empresas". Las perspectivas de futuro pasan por ampliar la gama para extender sus mercados de exportación fundamentalmente en Europa. Sin embargo, han realizado una reciente operación en China que esperan revierta en ventas constantes durante los próximos años, después de haber cedido una parte del know-how para que un fabricante del país asiático pueda fabricarlos. Se trata de una iniciativa que se puso en marcha el año pasado "y conllevó mucho tiempo de discusión y negociación".
La exigencia tecnológica en la firma alavesa es alta ya que el grado de precisión en la elaboración de los productos es muy exigente. Exigen un mínimo de FP 2 para los trabajadores menos cualificados, y la mayor parte de los trabajos se hacen con máquinas de control numérico. La competencia de otras grandes empresas afincadas en Vitoria supone una dificultad añadida para encontrar gente joven suficientemente preparada. En todo caso, dentro de la plantilla hay media docena de empleados que no supera los 23 años . El departamento de investigación, la avanzadilla técnológica de la planta, realiza continuas innovaciones sobre los diseños de los martillos, todo ello elaborado mediante técnicas informatizadas.
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