Cromosoma 22
UNO DE los más ambiciosos proyectos científicos del momento es el del Genoma Humano, cuyo objetivo consiste en descifrar los cerca de 100.000 genes que constituyen la dotación genética de nuestra especie. Esos genes están agrupados en 23 pares de cromosomas y se espera que en unos meses se tenga ya una idea completa de su contenido, y en unos tres años, un mapa detallado de los mismos.Científicos de varios países acaban de informar de que uno de esos cromosomas, el 22, ha sido descifrado, al menos en su parte útil. Se trata de uno de los más pequeños, apenas el 1% de la dotación genética total, pero su lectura es un aviso de que el proyecto lleva camino de completarse en los plazos previstos. Llegar a conocer todos los genes que portamos en cada una de las células de nuestro cuerpo es una proeza formidable y, dado que cada gen está asociado a una de las proteínas que intervienen en los procesos vitales, supondrá un avance notable en el conocimiento del organismo humano. Pero no se tratará más que de un primer paso. Lo que determina la actividad de los genes es su interacción con el entorno celular y ésta es de una complejidad apabullante. Por otra parte, el papel que juega cada proteína sintetizada está lejos de haber sido dilucidado. Aun así, el catálogo completo de genes será una herramienta básica para comprender la naturaleza de muchas enfermedades de origen genético y para diseñar sus posibles remedios, campo en el que ya ha habido avances significativos.
El estudio comparado de las dotaciones genéticas de los distintos organismos nos proporciona, además, pistas sobre la historia evolutiva de los seres vivos. Hay fragmentos de la misma que compartimos con organismos muy rudimentarios, prueba evidente de que están relacionados con funciones esenciales para cualquier ser vivo y han sobrevivido en la azarosa historia de la vida sobre el planeta. A partir del estudio del genoma puede avanzarse también en el conocimiento de cómo influyen en el comportamiento humano la herencia, por un lado, y la relación con el entorno social, por el otro. Un conocimiento que puede resultar controvertido debido a que afecta a algunas de nuestras nociones (y prejuicios) más arraigadas acerca de lo que somos.
Y que puede también ser utilizado de forma perversa, lo que pone de manifiesto que el progreso en el conocimiento científico exige un progreso paralelo en los saberes y las habilidades sociales que nos permitan asimilarlo con naturalidad.
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