Clinton llama a líderes mundiales para lograr una nueva ronda para liberalizar el comercio
ENVIADOS ESPECIALES Estados Unidos y la Unión Europea estaban a punto de alcanzar esta madrugada un acuerdo mínimo para salvar la cumbre de la Organización Mundial de Comercio (OMC) de Seattle y lanzar una nueva ronda de liberalización de los intercambios de bienes y servicios. El borrador de ese pacto, al que tuvo acceso EL PAÍS, recogía "sustanciales reducciones" de las subvenciones agrícolas europeas, la creación de un grupo de trabajo sobre biotecnología, la ampliación hasta el 2001 de la moratoria sobre tasas del comercio en Internet, incremento de los intercambios en finanzas y telecomunicaciones y reforma de las leyes norteamericanas contra el dumping o competencia desleal.
El texto de compromiso que discutían las delegaciones, y que contaba con la oposición del grupo de países africanos y latinoamericanos, contenía más vagas declaraciones de intenciones que hechos concretos. Y era el fruto de la voluntad de EE UU y la UE de evitar el fracaso total de una reunión turbulenta por las manifestaciones callejeras y por las series diferencias entre los países miembros de la OMC. Desde Washington, Bill Clinton se empleó a fondo ayer para evitar la ruina de la conferencia que él convocó. Telefoneó a líderes de la UE, Japón, Nueva Zelanda y México. Al primer ministro japonés, Keizo Obuchi, le pidió que retirara su propuesta de que EE UU reforme sus duras leyes contra el dumting o competencia desleal.En la recta final de la reunión, que debía terminar a las 18.00 horas de Seattle (las tres de la madrugada en la Península Ibérica) persistían serias diferencias: la UE seguía resistiéndose a aceptar la exigencia norteamericana de un rápido desarme en materia de subvenciones agrícolas y los países en vías de desarrollo se negaban a vincular derechos laborales y comercio. El borrador iba y venía de una a otra mano con retoques.
El protagonismo de lo dos colosos comerciales provocaba las iras de los países más pobres. La Organización de Unidad Africana se sentía "marginada" y amenazaba con oponerse a cualquier acuerdo alcanzado a sus espaldas. El borrador del texto final sólo hacía alusión a una "asistencia técnica" por parte de los países desarrollados a los pobres, pero no a una eliminación inmediata de los aranceles que gravan las exportaciones del Tercer Mundo.
Por la mañana, la UE rechazó la propuesta presentada por Singapur sobre subvenciones agrícolas, que hacía un llamamiento a su eliminación. La fórmula final que parecía imponerse mencionaba sólo "una sustancial reducción" de esas ayudas, sin más precisiones. Y aún así provocaba sarpullidos entre los europeos.
India y otros países en vías de desarrollo se opusieron a que europeos y estadounidenses les impusieran que la OMC cree un grupo conjunto con la Organización Internacional de Trabajo para explorar las relaciones entre derechos laborales y comercio.
Levantar barreras
Los europeos aceptaban la creación de un grupo de trabajo sobre biotecnología, una victoria para EE UU que quiere que se levanten las barreras a sus productos agrícolas y ganaderos alterados tecnológicamente. También se imponía la idea norteamericana de no arruinar el incipiente comercio electrónico con tarifas aduaneras. Todos afirmaban la necesidad de hacer compatibles el comercio con la protección del medio ambiente.
A la 1.30 de la madrugada, hora española, el frágil posible consenso entre europeos y norteamericanos era amenazado por muchos otros países de la OMC. En un comunicado, esos países, africanos y latinoamericanos, expresaban su "enfado" y "profundo desacuerdo con el borrador de resolución sobre el que trabajaban los representantes de Washington y Bruselas. Denunciaban que las negociaciones se estaban celebrando "sin ninguna transparencia".
Para aprobar la resolución, las reglas de la Organización Mundial de Comercio exigen la unanimidad de los 135 países miembros. La persistencia de desacuerdos entre europeos y norteamericanos y la rebelión de los pobres amenazaba la cumbre de Seattle cuando faltaba una hora y media para el plazo fijado para su terminación.
En las calles de Seattle se manifestaban, entre tanto, varios cientos de ecologistas. La manifestación, festiva y pacífica, era seguida con tranquilidad por las numerosas fuerzas de policía desplegadas en el centro de la ciudad. Hasta el último minuto, la cumbre de Seattle seguía marcada por las protestas de los que consideran que la mundialización se está haciendo en beneficio casi exclusivo de las grandes empresas multinacionales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Ronda Milenio
- Revueltas sociales
- Ocupación militar
- OMC
- Política agrícola común
- Embargos
- Comercio internacional
- Balanza comercial
- Política agraria
- Globalización
- Malestar social
- Acción militar
- Biotecnología
- Estados Unidos
- Sentencias
- Comercio exterior
- Sanciones
- Conflictos políticos
- Partidos políticos
- Unión Europea
- Comercio
- Juicios
- Agricultura
- Agroalimentación
- Proceso judicial