El coste de ser amable
El otro día, acompañando a una amiga de Chile a renovar su tarjeta de estudiante en la comisaría de extranjeros, en la calle de Los Madrazo de Madrid, pudimos comprobar, bastante asombradas, la forma de actuar y el trato que dispensan algunos funcionarios públicos a estas personas que guardan cola. Ateridos de frío, desde la cuatro de la madrugada, sufren, callada y pacientemente la actitud nada amable, poco educada y hasta destemplada con que les "obsequian" quienes debieran ayudarles.Somos conscientes de que no se puede generalizar y de que el número cada vez mayor de personas que vienen a España hace que algunos funcionarios se vean desbordados por el trabajo y que, en ocasiones, puedan hasta perder los nervios. Lo cual podría ser hasta cierto punto comprensible, pero esto no justifica en modo alguno lo que vimos: el sufrimiento de estas personas que intentan cumplir con las normas legales y que ven cómo tienen que pasar largas horas en una cola, a veces varias noches, padeciendo un frío intenso, el desorden organizativo, la falta de información suficiente, las listas "fantasma" (¿remuneradas?), los gritos innecesarios y los gestos despectivos.
El caso es que nuestra amiga es estudiante, como muchos de los que allí esperaban, e iba a renovar su tarjeta por tercera vez. ¿Qué no se hará con los que solicitan permiso de trabajo por primera vez, o no entienden bien nuestro idioma, o tienen la tez de distinto color al nuestro? Hemos podido hablar luego con otros amigos extranjeros y han coincidido en afirmar el trato destemplado y hasta humillante que reciben en esas colas.
Aplicando aquella máxima de "hacer a los demás lo que a mí me gustaría que me hicieran", hemos pensado por un momento cómo nos gustaría ser tratados cuando fuéramos a renovar un permiso para estudiantes en un país extranjero. Nos gustaría, en primer lugar, que nos informaran suficientemente, y, a poder ser, con amabilidad, de los pasos a seguir para arreglar nuestra situación legal. Asimismo, que no se nos tratara como personas que vamos a estorbar, o que estamos dando trabajo innecesario, sino como ciudadanos que queremos cumplir las leyes del país que nos acoge. Y agradeceríamos enormemente que, con un simple y eficaz sistema de numeración y cita previa, no tuviéramos que esperar largas colas, alrededor de una manzana, muertos de frío, a horas intempestivas de la madrugada y que, de tener que aguardar en alguna pequeña fila, lo hiciéramos bajo techo.- . Asociación para el Diálogo y la Renovación Democrática. .
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