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Un peligro no demostrado

Los estudios sobre posibles efectos perniciosos para la salud de la exposición a campos electromagnéticos se suceden desde los años sesenta, sin que hasta el momento se haya demostrado una relación causa efecto definitiva. En general, la comunidad científica internacional está de acuerdo en que la exposición a los campos eléctricos y magnéticos generados por las instalaciones eléctricas de alta tensión no suponen un riesgo para la salud pública.La unanimidad se refiere sobre todo a posibles efectos a largo plazo (enfermedades como cáncer o leucemia). En cuanto a efectos inmediatos, sí se han demostrado reacciones en el organismo -desde cosquilleos o chispazos al tocar un objeto expuesto hasta contracciones musculares y arritmias-; pero sólo cuando la densidad de corriente inducida por los campos electromagnéticos es muy alta, y no con la intensidad de corriente a la que está expuesto el público cercano a una línea eléctrica o a una subestación de alta tensión.

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Un estudio alerta sobre los campos magnéticos de las torres de alta tensión

La alarma social surgió cuando los primeros estudios epidemiológicos con personas que vivían cerca de líneas eléctricas de alta tensión concluyeron que estas personas, y en particular los niños, tenían más posibilidades de contraer cáncer.

En concreto, una serie de trabajos de Reba Goodman, de la Universidad de Columbia, decían que la exposición continua a campos electromagnéticos intensificaba la actividad celular. Numerosos estudios científicos posteriores han realizado experimentos parecidos, con poblaciones más amplias y mejor metodología, sin poder reproducir los resultados que convertían en peligrosa la proximidad a las líneas de alta tensión.

Entre los estudios que descartan el vínculo entre campos electromagnéticos y cáncer destacan los del Registro Finlandés del Cáncer, el Instituto Nacional del Cáncer de EEUU o el más reciente de la Agencia del Cáncer de British Columbia, en Canadá. En España también hay un informe que el Gobierno encargó al CIEMAT, en el que se dice que no está demostrado que vivir cerca de líneas de alta tensión suponga un riesgo para la salud.

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