Las cuentas de Kohl
Helmut Kohl no ha dejado que se pudriera la situación. Bajo presión, pero con rapidez, ha reconocido la existencia de cuentas secretas para financiar su partido, la Unión Cristiana Democrática (CDU), durante su mandato. Toda una admisión de "responsabilidad política", pero no "moral", ni penal, pues creía obrar en provecho de su formación. Ha asegurado que nadie se enriqueció con estas donaciones y que creyó que lo que se hacía era legal. De momento permanece en su escaño en el Parlamento y sigue como presidente de honor de la CDU.Sus explicaciones resultan insuficientes. Han dejado un mal sabor de boca, y dañado, al menos a corto plazo, la imagen histórica del que fuera canciller de la unificación alemana e impulsor de la integración europea. El escándalo supone un respiro para los socialdemócratas y su canciller, Gerhard Schröder, en caída libre en los sondeos. Una comisión parlamentaria investigará ahora qué hay detrás de esas cuentas, a una de las cuales llegaron 85 millones de pesetas provenientes de un comerciante de armas. ¿Tuvo algo que ver esta donación con la venta de carros de combate a Arabia Saudí en 1991? Kohl, 16 años canciller y 25 presidente de su partido, lamentó la "falta de transparencia" de esta financiación, pero aseguró que no hubo sobornos y que las donaciones, en cuyos detalles no entró, no afectaron a su política. Tendrá dificultades para despejar las dudas.
Esta vez es Alemania. Pero a menudo y en demasiados países aparecen casos que afectan a un partido u otro, a una personalidad u otra. La financiación transparente y racional de los partidos políticos es una asignatura aún pendiente en casi todas las democracias europeas.
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