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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Petróleo en máximos

EL PRECIO del barril de petróleo, que era de 10 dólares en febrero, se acerca hoy a los 26 sin que existan razones de peso para anticipar un cambio inmediato de esa tendencia. Contrariamente a lo que se presumía, los miembros de la OPEP están respetando a rajatabla su último acuerdo de reducción de la producción, al tiempo que se han sumado al mismo otros países productores no pertenecientes al cartel. La recuperación de la demanda de los países importadores más afectados por la pasada crisis financiera ha estimulado, por ejemplo, decisiones como la de Irak de utilizar la reducción de sus exportaciones como presión política para debilitar el bloqueo sobre su economía.Los resultados están siendo tan favorables para los exportadores que se empieza a considerar la extensión de su acuerdo a todo el año 2000, más allá del mes de marzo inicialmente pactado, y con el fin de conseguir la disminución de los inventarios de los países importadores, nutridos cuando el precio estaba en mínimos históricos. La bonanza de los últimos meses no va a impedir que 1999 sea para los países miembros de la OPEP uno de los años de menores ingresos por exportación.

El impacto del encarecimiento sobre la economía española es importante. El aumento del precio de los combustibles se ha retrasado para aplazar sus efectos sobre la inflación del mes de noviembre, pero esta situación parece improrrogable. Esto significa que su impacto se acumulará en diciembre en términos que pueden alejar aún más nuestra tasa de inflación del objetivo propuesto. Si esa tasa no se reconduce a niveles más próximos a los de nuestros socios europeos seguirá sufriendo la competitividad de las empresas españolas, y con ella, nuestra cuenta comercial,que aumenta su desequilibrio mes a mes.

La subida de la inflación determinará la revisión al alza de las rentas salariales, algo que ya está ocurriendo, y obligará al aumento de las pensiones, con el consiguiente impacto en las cuentas públicas. El Gobierno, que contaba con la complicidad del ciclo internacional para preservar la fase de bonanza, puede encontrarse ahora con las consecuencias adversas de su pasividad reformadora sobre aquellos sectores que, con independencia del precio del petróleo, siguen complicando la convergencia inflacionista de la economía española.

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