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GOBIERNO EN EL ULSTER

La paz de los grandes rivales

Trimble y Adams han superado sus problemas, pero ahora los tienen con los radicales de sus partidos

La película Casablanca acaba con una frase célebre: "Creo que éste podría ser el comienzo de una bella amistad". Se la dirige Rick (interpretado por Humphrey Bogart) a Louis, el capitán de la policía francesa que hasta ese momento había sido su implacable rival. Gerry Adams y David Trimble son los Rick y Louis de la Irlanda del Norte actual: los enemigos de toda la vida -los hoy dirigentes de Sinn Fein y del Partido Unionista del Ulster (UUP)- se ven unidos por un proyecto conjunto y un enemigo común.El proyecto es el nuevo Gobierno, en cuyo Ejecutivo, Trimble, que ejercerá de primer ministro, y Adams compartirán el poder. El enemigo común es la reanudación de la guerra; es decir, el fracaso del proceso de paz en el que ambos han invertido todo su prestigio político. Por eso fue que cuando la prensa le pidió el sábado a Adams que hiciera un comentario después del histórico voto de los unionistas a favor de compartir el poder con el Sinn Fein, Adams se disculpó y dijo que primero tenía que consultar con Trimble. Porque Adams entendía que sectores radicales del partido de Trimble seguían en contra del proyecto de Gobierno y no quería decir algo que provocase problemas internos a su nuevo socio.

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Como comentaba la semana pasada un diplomático de la República de Irlanda, en la última ronda de conversaciones entre Adams y Trimble, las que acabaron hace dos días bajo la tutela del estadounidense George Mitchell, los dos hombres lograron por primera vez comprenderse como personas. "Entendieron las restricciones políticas que cada uno sufría ante sus propios seguidores, y entendieron también la necesidad de socorrerse mutuamente cuando fuera necesario". Ayudarse del mismo modo que lo harán el PP y el PSOE para superar los problemas que planteará la decision de ETA de abandonar la tregua.

Sinn Fein y la UUP seguirán siendo rivales ideológicos y electorales, pero cuando el interés fundamental de la paz esté en juego asumirán el compromiso, dentro de lo posible, de actuar conjuntamente. Después de hablar el sábado por teléfono con Trimble, Adams hizo su declaración. Fue duro en su crítica. Dijo no estar de acuerdo con la decisión unilateral de los unionistas de someter a escrutinio en el plazo de dos meses la promesa del Ejército Republicano Irlandés (IRA) de entregar las armas.

Trimble había anunciado su retirada en el caso de que el IRA no cumpla. Adams respondió: esta "amenaza" no ayudará al proceso de paz, aunque dijo también que albergaba la esperanza de que la IRA cumpliría su promesa.

Trimble debe estar agradecido a estas críticas de Adams; todavía tiene mucho trabajo por delante antes de convencer a todos los miembros de su partido de que la apuesta por la paz está justificada. Nada le hubiera venido peor en esta compleja tarea que Adams, un terrorista empedernido según los unionistas más radicales, le hubiese alabado.

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La nueva realidad en Irlanda del Norte es que los problemas políticos más complicados no los tienen Adams respecto a Trimble, o viceversa, sino con los sectores más radicales de sus respectivos partidos. Clara señal ésta de que el proceso de paz avanza.

Se ha puesto de moda en los últimos días decir que en este proceso irlandés, el que mejor augurios de éxito presenta en toda la historia, es Trimble y no Adams el que ha hecho la gran concesión al aceptar que se forme el nuevo Gobierno con el Sinn Fein en él antes de que el IRA haya entregado sus armas.

Pero lo que hay que recordar es que el Sinn Fein y el IRA han hecho una concesión aún más grande: han optado por abandonar la lucha armada antes de haber logrado su objetivo histórico, el de acabar con la dominación de Londres y unificar el norte de Irlanda con el sur.

Pero esto no representa tanto una traición como un cambio de dirección estratégica. Un asesor de Adams lo explicaba la semana pasada: "No hemos abandonado nuestro objetivo primordial, pero ahora que parece que, por fin, se va a nivelar el terreno de juego político intentaremos hacerlo realidad por la vía electoral". Y esto, a pesar de que el nuevo Ejecutivo autónomo de Irlanda del Norte gozará de mucho menos poderes, en relación al Gobierno central de Londres, que el que disfruta el Gobierno autónomo de Euskadi en relación con el de Madrid. La Asamblea parlamentaria y el Ejecutivo en Belfast no tendrán, por ejemplo, poderes de recaudación fiscal y, un aspecto crucial, la política de seguridad pública seguirá regida por Londres.

La madurez que ha demostrado Adams, y el movimiento republicano que él dirige, es reconocer que en el mundo real la política es el arte de lo posible, que a veces para avanzar hay que tomar primero un paso atrás, que hay que hacer concesiones, a veces dolorosas, que cuando se apela a la pureza infantil todos salen perdiendo.

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