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Tribuna
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Las cajas

A las puertas del debate en el Parlamento Andaluz sobre la ley de Cajas, el patio está que arde. El PP, por boca de su candidata a la presidencia de la Junta, anda buscando cualquier argumento para mostrarse en contra de la ley; en Córdoba se ha desatado una polémica localista que pretende frenar en las calles de la capital el fin del monopolio eclesiástico en CajaSur; el PA defiende a capa y espada la prórroga de las actuales presidencias en defensa de sus intereses en la Caja San Fernando; e IU deshoja la margarita sobre la prórroga y hoy dice sí y mañana no.La verdad es que el patio es esperpéntico e impropio de la seriedad que requiere una cuestión donde se debaten intereses económicos de toda índole y de cuantías desorbitadas. Es esperpéntico porque el PP acusa al PSOE de querer intervenir la economía andaluza con la ley, como si eso fuera algo contradictorio con la socialdemocracia, que tiene su base en que los fallos del mercado han de corregirse con la intervención pública. Y el esperpento degenera cuando, en una última pirueta, se afirma que la ley pretende ahogar a los ayuntamientos del PP, en una evidente aplicación de ese sabio refrán que afirma que "el ladrón piensa que todos son de su condición".

Pero si hay algo esperpéntico es lo de CajaSur donde, la más rancia aristocracia agraria, haciendo bandera de un provincianismo antiautonómico y predemocrático, está defendiendo que la singularidad de CajaSur radica en que los intereses de los cordobeses se salvaguardan mediante la gestión de dicha entidad por la Iglesia católica. Cierto que la Iglesia es fundadora de CajaSur, junto con la Diputación tras la fusión de la Caja Provincial. Cierto que la gestión financiera de la entidad ha sido acorde con lo requerido a los tiempos. Pero también cierto que las posiciones en el mercado de CajaSur sólo se han podido mantener en las zonas agrarias de la provincia, decreciendo sistemáticamente en las zonas de expansión industrial del sur cordobés. Y cierto que lo que se pretende es mantener una situación de privilegio frente al otro fundador, que con la situación actual jamás podría optar a proponer un presidente. Y uno se pregunta, ¿representa alguien más a los cordobeses y a sus intereses que sus instituciones democráticas?

LUIS ÁNGEL HIERRO

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