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Kureishi reconstruye en 'Intimidad' las reflexiones previas a una separación

El autor británico presenta en Barcelona su nueva obra, que supone la "madurez literaria"

, Barcelona Las horas pasan muy lentamente en la última novela de Hanif Kureishi, Intimidad (Anagrama, y en coedición con Empúries en catalán). Es de noche y el narrador, un hombre de unos cuarenta años, escritor y guionista cinematográfico, ha decidido que por la mañana va a abandonar a su mujer y a sus hijos tras seis años de convivencia. Mientras apura sus últimas horas en la casa familiar, reflexiona sobre la decisión, las situaciones ya insostenibles que le han llevado a ella y, poco a poco, con minuciosidad, va construyendo un retrato de una generación -"la que se encuentra en su mediana edad"- que debe afrontar el desamor en tiempos tristes con la misma resignación que ante un hecho inevitable.

Se da la coincidencia de que la vida de este narrador y la del propio Kureishi (Londres, 1954) se parecen poderosamente, y la crítica inglesa, que no dudó en ensalzar la novela, también le reprochó este cariz autobiográfico. Ayer, durante la presentación del libro en Barcelona, Kureishi desmintió que fuese estrictamente su vida: "Sí, es cierto, algunas de estas experiencias me han ocurrido a mí, pero también a mis amigos, a la gente de mi edad". ¿Se trata, pues, de una cuestión generacional? "En los últimos veinte años ha habido un cambio en la idea del matrimonio. Es algo doloroso. Cuando era pequeño, nadie tenía padres separados. Ahora es diferente: después de la ruptura hay muchas posibilidades, se abren expectativas y desencantos, el fracaso, la situación en que quedan los niños, etcétera". Kureishi tiene claro de quién es la culpa de estos cambios: "De la señora Thatcher, sin duda. En los setenta y los ochenta se rompieron muchas de las ideas victorianas, sobre todo la de encontrar una persona para vivir el resto de tu vida. La idea de abandonar o ser abandonados nos concierne a todos", se explica el autor, "como causar o recibir dolor, pero también es cierto que resulta interesante cuando se cuestionan las instituciones, porque nos hace pensar cómo queremos ser".

Por debajo de la historia, dos grandes temas dirigen las reflexiones del protagonista: el fracaso, que "no es algo que se pueda controlar, no depende de uno", y el deseo: "Me interesa cómo nos sorprendemos a nosotros mismos y cómo quedamos reducidos por el deseo", destaca el autor de El buda de los suburbios; "se trata de sentimientos confusos, donde se puede ver cómo gente sofisticada es presa de los instintos más primarios y violentos". Este vuelco de su obra hacia territorios más íntimos, menos fugaces, le ha valido el reconocimiento de una madurez literaria por parte de la crítica. "Me ha costado mucho que me consideren maduro", se queja Kureishi. "Espero que esta madurez tenga una larga duración. Me sentiría decepcionado si no hubiese cambiado desde mi primer libro, de la misma forma que dentro de 20 años debería escribir de forma diferente".

Preguntado por su actual relación con el cine, el autor y director de Londres me mata cuenta que está mejor que nunca, aunque no le queden ganas para volver a dirigir: cada viernes desayuna con Stephen Frears, con quien está planeando una película; además, se acaba de estrenar en Londres Mi hijo el fanático, basada en uno de sus cuentos, y en enero del año que viene empezará el rodaje de la adaptación de Intimidad, cuya dirección irá a cargo del francés Patrice Chéreau.

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