José Carlos Somoza irrumpe en la literatura española con dos novelas y una obra teatral
"Si fuéramos a pensar en fracasos o éxitos no haríamos nada", asegura el autor
Dicen que va a ser el autor revelación del año. Publica simultáneamente Cartas de un asesino insignificante (Debate), La ventana pintada (Algaida) y la obra de teatro Miguel Will (Sociedad General de Autores). En marzo saldrá La caverna de las ideas (Alfaguara). A él todo esto parece traerle al fresco. "No siento nada especial. Si fuéramos a pensar en fracasos o éxitos no haríamos nada". "Escribí estos libros hace ya tiempo y me hubiera gustado que se publicaran de forma escalonada, pero han coincidido. La clave del autor es mirarse el ombligo", asegura el escritor.
José Carlos Somoza (La Habana, 1959, trasladado con sus padres a España al año siguiente) empezó a publicar en 1994 y desde entonces todo lo que ha hecho ha tenido premio: el guión radiofónico Langostas, premio Margarita Xirgu 1994; Planos, accésit del Premio Gabriel Sijé 1994; Silencio de Blanca, premio La Sonrisa Vertical 1996; Miguel Will, premio Cervantes de teatro 1997; La ventana pintada, premio Café Gijón 1998. "No quería estar en listas de premios, pero era un autor poco conocido y me pareció una buena manera de llegar a los lectores, que es lo primordial. He tenido suerte", asegura el autor.Cartas de un asesino insignificante narra la historia de Carmen del Mar, una atractiva mujer, traductora de Faulkner, solitaria hasta la exageración, que prepara su propia muerte en Roquedal, un pueblo imaginario del sur español. Javier Verdaguer, el protagonista de La ventana pintada, es un oficinista, un personaje triste y emocionante, que lleva una doble vida.
Lo primero que llama la atención de estas novelas, como también en Silencio de Blanca y en La caverna de las ideas, es que están escritas en primera persona. "Siempre escribo en primera persona. Lo primero que tiene que hacer un escritor es inventar a un autor; el que no lo hace no logra una historia creíble. La tercera persona pertenece al pasado".
Rasgos comunes
Otro de los rasgos comunes de las novelas de Somoza es la obsesión por la soledad, incluso por la incomunicación. "Está planteada de una manera absoluta. Quizá buscan así una manera de protegerse, conscientes de que la soledad es su único tesoro". Todos sus personajes buscan asimismo la perfección. "Carmen del Mar quiere una muerte perfecta, Héctor Hernando, el protagonista de Silencio de Blanca, busca el placer perfecto, inexistente, lo proyecta en el futuro". En este sentido, las novelas de Somoza desprenden una bella tristeza. "Aunque se plantee desde un punto de vista festivo, todas las vidas son tristes porque terminan en lo que terminan, en algo que dura más que la vida"."Estimada señorita. Voy a matarla y usted lo sabe, así que me asombra su silencio. Yo me tomo en serio mi papel de verdugo: haga lo mismo con el suyo de víctima". Así empieza, en Cartas de un asesino insignificante, un extraño intercambio epistolar. "Carmen del Mar está obsesionada por la idea de la muerte, más atraída por la idea de una muerte folclórica o ritual que por el suicidio". Por eso persigue las leyendas de amor, violencia y muerte que corren por el pueblo.
La relación lúdica es otra de las constantes en la obra de Somoza. Sus personajes buscan el juego como diversión pero luego se convierte en algo muy serio. Otro de los nexos de la obra de Somoza es plantear un misterio y mantener la intriga hasta el final, una manera de atrapar el interés del lector e impedir que se pierda en un hilo narrativo con frecuencia demasiado complejo. "Se escribe para el lector y para nadie más. Mi meta es crear un libro en el que el lector se sienta aludido, que todos nos volviéramos paranoicos. No quiero dejar a nadie indiferente".
Psiquiatra y escritor
José Carlos Somoza estudió piano y solfeo, también medicina. Se especializó en psiquiatría. "Me gustaba más conforme más estudiaba. En Córdoba tuve de profesor a Carlos Castilla del Pino". En 1994 y 1995 simultaneó la práctica (sustituciones, sobre todo) con las letras. La abandonó radicalmente, como hizo con la música. "Para hacer algo bien hay que dedicarse íntegramente, y ahora dedico el ciento por ciento de mi tiempo a escribir".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.