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Una juez española hace encarcelar en EE UU a un padre por secuestrar a sus dos hijas

El hombre, un médico libanés, acaba de devolver a las niñas para que le retiren los cargos

María Jesús Esteban, de 35 años, ya tiene a sus hijas con ella, en Madrid, tras una odisea de dos años intentando recuperarlas. Su ex marido, el padre de las niñas -Walid Ch., un oftalmólogo libanés de 42 años- la engañó en julio de 1997 para que le dejara viajar a su país con las niñas, de 12 y 5 años. Una vez en Beirut, se negó a traerlas a España. Pero lo que Walid nunca se imaginó es que una juez de la plaza de Castilla de Madrid, Raimunda de Peñafort, iba a dictar contra él una orden internacional de detención que le llevaría a una cárcel de Florida (EE UU).

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Su detención, que ha tenido lugar 28 meses después del secuestro de las niñas, ha resultado providencial para la madre. Al verse preso, el padre telefoneó desde la cárcel norteamericana a su ex esposa e intentó persuadirla de que retirase los cargos. "Yo lo que quiero es a mis hijas, a mis hijas", le espetó la madre. Y ya las tiene.Aparte del aspecto humano, también es llamativa la vertiente judicial de este caso. Es la primera vez que un juez español dicta una orden de detención internacional contra un padre por el secuestro de sus hijos, e insólito que el progenitor acabe en la cárcel a disposición del magistrado español: no resulta fácil que un país como Estados Unidos se preocupe de localizar e incluso llegue a encarcelar a alguien que no ha delinquido en su territorio.

La magistrada española supo que el padre tenía previsto viajar a Estados Unidos para asistir a un curso de oftalmología de dos días y, a través de los cauces oficiales, alertó a Interpol. Walid fue detenido el pasado 22 de octubre, en mitad de una de las clases del curso. Desde entonces se halla en prisión, a espera de que España curse su petición de extradición. El Consejo de Ministros tiene previsto estudiar este asunto el próximo viernes, revela Nuria Chamorro, la abogada que ha asesorado a María Jesús durante su lucha para recuperar a sus hijas.

En el auto que envió la juez Peñafort a su colega norteamericano se imputan cuatro delitos al padre de las niñas: "detención ilegal (por retener en Líbano a su hija mayor, de 12 años, en contra de su voluntad, pues quería volver a España con la madre)"; amenazas (Walid advirtió a María Jesús de que la mataría si viajaba a Beirut a por las crías); coacciones (se privó a la madre de estar con sus vástagos) y desobediencia a la autoridad judicial.

Este último delito se debe a que Walid ha incumplido la sentencia que, tras la ruptura conyugal, dictó un juez de familia de Madrid. En ella, se otorga la custodia de las niñas a la madre y se concede al progenitor la posibilidad de visitarlas.

Un matrimonio efímero

Walid y María Jesús se conocieron en Madrid en los años ochenta, cuando él estudiaba medicina en la Universidad Complutense. La felicidad conyugal duró pocos años. En 1990, ya con una hija, el matrimonio se rompió y se divorciaron. Meses después se reconciliaron, sin volver a casarse, y tuvieron otra hija. Esta segunda luna de miel también fue efímera. La separación definitiva llegó en 1995.Consumada la ruptura conyugal, Walid, basándose en el pacto judicial alcanzado tras la separación, pidió en el verano de 1996 a María Jesús llevarse de vacaciones un mes a su hija mayor a Beirut para pasar allí el verano. María Jesús aceptó y él, concluida la vacación, regresó con la pequeña a Madrid. El verano siguiente le pidió que le dejase a las dos niñas y María Jesús, confiada y ajena a la trama que urdía su ex marido, aceptó. El padre y las dos niñas partieron de Barajas sin ninguna dificultad el 7 de julio de 1997. No había pasado ni una semana desde la marcha cuando se oyó el teléfono en casa de María Jesús. "O te vienes tú aquí o no ves a las niñas nunca", le soltó a la mujer.

La madre conocía las costumbre religiosas y políticas de Líbano y sabía que detrás de las amenazadoras palabras del padre se ocultaba un meditado plan para arrebatarle a sus niñas. Ese fue el inicio del largo calvario que le acechaba: 28 agotadores meses de amarguras y suplicantes llamadas en busca de ayuda para recuperar a sus hijas.

Llantos y súplicas

Lo primero que hizo fue contratar a una abogada en Beirut, pero ésta, lejos de beneficiarle, le perjudicó todavía más: Walid (miembro de una familia influyente de su país) logró que un juez de Líbano dictara otra sentencia que le concedía a él la custodia de las niñas. Desesperada, María Jesús incluso planeó ir a Beirut y subir a las niñas en el avión a escondidas. Lo descartó por imposible. Sacar de Líbano a las hijas de un nacional es una tarea ímproba, aparte del riesgo de ser detenido y acabar en la cárcel. Los llantos y súplicas de María Jesús chocaron siempre con la arrogancia del padre, apoyado por su familia.La situación cambió radicalmente el pasado 22 de octubre, cuando Walid ingresó en prisión a instancias de la juez Raimunda de Peñafort. Tras el encarcelamiento, la familia de Walid comenzó a telefonear a María Jesús, una vez con amenazas y otras utilizando a las niñas. "Me decían que las niñas estaban muy mal porque el padre estaba en la cárcel y que debía retirar la denuncia". La respuesta de María Jesús siempre era la misma: "Yo sólo quiero a mis hijas, sólo quiero a mis hijas". "Pues ven aquí a por ellas", le dijeron. María Jesús no se fió esta vez. Pensó que podrían retenerla allí hasta conseguir la liberación de Walid.

En una tira y afloja, la familia de Walid, en contacto con éste desde la cárcel, accedió a que viajasen a Madrid. Antes de que las dejaran salir definitivamente, ambas crías tuvieron que volverse en cuatro ocasiones desde el mismo aeropuerto porque algún miembro de la familia de Walid prohibía el viaje a última hora. Luego las liberaron en una especie de goteo, primero una y luego la otra.

Por fin, el pasado sábado dejaron marchar a la mayor. El avión, antes de llegar a Madrid, hacía escala en París. María Jesús viajó a París para volar junto a ella hasta Barajas. "Ya tienes ahí a la mayor, retira los cargos", le dijeron. "Quiero a mis hijas, quiero a mis hijas", repitió la madre. La más pequeña llegó a Madrid el pasado miércoles.

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