Uno de los extremistas fue condenado por cometer actos de gamberrismo
La discreción con la que han actuado los extremistas británicos en su aldea valenciana saltó en mil pedazos en una ocasión por una borrachera.Sucedió durante los carnavales de Venta del Moro, en febrero de 1998. El alcalde de entonces, Luis Beltrán, recuerda que una noche, una docena de éstos, de unos 28 a 30 años, de complexión musculosa y con muchas copas de más, se empeñaron en entrar en el local municipal en el que se estaba celebrando el baile de disfraces.
Al no conseguirlo, se fueron a un bar cercano donde los altercados fueron a mayores. "Entraron allí con ganas de montar una pelea y acabaron rompiendo varios tacos del billar", detalla Beltrán. No acabó ahí la cosa. "Sobre las 6.30", prosigue, "lanzaron objetos contundentes contra la fachada del Ayuntamiento y rompieron las cristaleras".
El exalcalde asegura que los activistas redecoraron un vehículo municipal y la fachada del consistorio con pintadas de estilo nazi. Un vecino del pueblo, que trabaja como vigilante jurado, presenció el ataque vandálico e identificó a uno de los británicos.
Como primera autoridad municipal, Beltrán denunció los hechos ante la Guardia Civil para que resarcieran al Ayuntamiento y al bar por los daños causados. Varios meses después, Beltrán compareció como testigo, junto al dueño del bar y al vigilante, en un juicio contra este británico en un juzgado de Valencia. El juicio acabó con una sanción económica para el denunciado. Según su abogado, estaba furioso por la derrota del equipo de rugby de Gales. A raíz de aquel incidente, el ex alcalde afirma que los británicos se recluyeron en su aldea y no volvieron por el pueblo. Temerosos, tal vez, de que las autoridades investigaran sus actividades.
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