Ampliar el aeropuerto requiere un estudio del impacto ambiental El Tribunal Superior reconoce en una sentencia la reivindicación de Gavà

Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha desestimado un recurso presentado por el Ayuntamiento de Gavà (Baix Llobregat) por el ruido que generan los aviones que aterrizan o despegan en el aeropuerto de El Prat y que afecta especialmente al barrio marítimo de la población. La sentencia, sin embargo, da la razón, en parte, a la postura de los vecinos al considerar preceptivo un estudio para evaluar el impacto sonoro que producirá en la zona el aeropuerto una vez ampliado. El fallo también deja la puerta abierta a perseguir judicialmente y sancionar aquellos vuelos que "con desprecio a la mínima diligencia exigible en las operaciones de despegue y aterrizaje aumenten el problema de los ruidos".El TSJC asegura que la realización de un estudio de impacto ambiental es de crucial importancia porque es el marco en el que debe examinarse la viabilidad de los procedimientos antirruidos. Sin embargo, desestima las reclamaciones municipales, que, entre otras medidas, exigían la prohibición de vuelos nocturnos. El Ayuntamiento ha avanzado que seguirá dando batalla y recurrirá contra la sentencia ante el Tribunal Supremo. El TSJC considera que el aeropuerto debe tratar con un mínimo respeto a sus vecinos. Por ello, en su sentencia observa que las necesidades del tráfico aéreo pueden alcanzarse con menores cargas para los residentes en las proximidades de las instalaciones aeroportuarias, "cambiando procedimientos de aproximación y buscando el debido equilibrio entre los derechos de los vecinos a disfrutar de la tranquilidad en su domicilio y el desarrollo económico inherente al tráfico aéreo". El Ayuntamiento de Gavà había presentado el recurso ante el TSJC en apoyo de los 5.000 personas que viven en Gavamar, el barrio marítimo de la población.

Los vecinos de este barrio residencial habían emprendido movilizaciones por el excesivo ruido que tienen que soportar a menudo, especialmente cuando sobrevuelan el cielo los anticuados aviones Antonov rusos. La asociación de vecinos de Gavamar lleva realizando periódicamente mediciones del impacto sonoro que producen los aviones. En ocasiones, los aparatos han registrado niveles de hasta 110 decibelios, muy superiores a los que marca la Organización Mundial de la Salud, que recomienda que aquéllos no sobrepasen los 55 decibelios. El asunto de los ruidos que causan los aviones lleva camino de convertirse en una piedra en el zapato de la ampliación del aeropuerto. De hecho, el Ayuntamiento de El Prat lleva insistiendo desde hace meses en que previamente a la ejecución de las diversas obras previstas debe realizarse un estudio del impacto sonoro, que trabaje con modelos reales. El alcalde, Lluís Tejedor, lo reiteró hace unos días en la presentación oficial del plan director del aeropuerto ante el ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, que tuvo que acabar refiriéndose al asunto. Arias-Salgado aseguró entonces que el perfeccionamiento de los instrumentos de navegación aérea y los avances tecnológicos permitirán atenuar los niveles de ruido. Asimismo, el ministro prometió que sería intransigente en la aplicación más restrictiva de la legislación europea sobre ruidos. El plan director prevé la instalación de una gran pantalla antisónica para reducir el nivel de ruido en las operaciones de despegue. Tejedor, sin embargo, avisa que el asunto no está resuelto.