Democratizaciones estratégicas
A los diez años de la apertura y caída del muro de Berlín, podemos darnos cuenta de lo mucho que hemos aprendido sobre el cambio político y las vías de transición a la democracia. La sorpresa por la insospechada fragilidad de la URSS, que era considerada una de las dos superpotencias del mundo, distrajo en cierto modo 1a atención acerca de los procesos de transición. Pero vale la pena subrayar que nunca había habido antes un conjunto de cambios democratizadores tan amplio y tan rápido, con una tasa tan alta de éxito y con un nivel tan bajo de conflicto violento. Desde finales de los años ochenta, un total de 28 países antes dominados por el partido comunista han experimentado importantes transformaciones políticas y económicas. En la mayoría de ellos, se han establecido niveles significativos de competencia política y de libertades civiles.Con la caída de los regímenes comunistas en Europa oriental culminó la tercera ola de democratización, que había empezado a mediados de los setenta en Europa del sur y se extendió luego aAmérica Latina. Entre lo que hemos aprendido de ella se encuentra lo siguiente.
1. Los regímenes autoritarios duran y persisten no sólo porque intimidan y excluyen a los candidatos alternativos a gobernar y reprimen a los disidentes. También encuentran bases de apoyo en la provisión de ciertos bienes públicos a sus súbditos, sea paz y orden social, sea orgullo nacional y expansión externa, sea resultados económicos positivos. El típico intercambio de los regímenes autoritarios implica que los súbditos renuncian a elegir o controlar a 1os gobernantes a cambio de ciertas políticas sociales, económicas o de otro tipo. Este intercambio puede producir una engañosa correlación entre autoritarismo y crecimiento económico, pero hace a los regímenes autoritarios especialmente vulnerables a las crisis.
2. No hay una relación determinista entre el desarrollo socioeconómico y la democratización política, en contraste con la tesis "estructuralista" difundida por la sociología polítíca algunos decenios atrás. Ninguna de las supuestas "precondiciones estructurales" de la democracia -una economía de mercado, una burguesía emprendedora, una amplia difusión de valores culturales liberales- existía en la Europa comunista, como tampoco existían en otras sociedades pobres e incultas de distintas partes del mundo que han optado por la democracia. En particular ha quedado desmentida la tesis que distinguía entre regímenes totalitarios, de los que cabía presumir que, por haber realizado cambios estructurales profundos en la sociedad, nunca se transformarían mediante procesos internos, y las dictaduras compatibles con el capitalismo, cuya evolución cabía esperar.
3. Los regímenes autoritarios no caen como consecuencia de sus éxitos (como promover el crecimiento económico y la modernización), sino por sus fracasos, es decir, por su incapacidad de seguir proveyendo los bienes esperados. En ciertos momentos, la represión puede disminuir como resultado de nuevos riesgos para los represores, divisiones entre los gobernantes o presiones externas, lo cual disminuye los costes de participar en acciones de oposición. Pero las protestas tienden a aumentar cuando el régimen autoritario fracasa en cumplir sus promesas o deja de proveer de acuerdo con las expectativas; se extienden entonces las dudas sobre el futuro del régimen y éste pierde base de apoyo. La crisis de los regímenes comunistas en Europa oriental se desencadenó tras un periodo de estancamiento y descreímiento popular en el cumplimiento de sus promesas ideológicas de prosperidad económica e igualdad social. Pero no sólo allí, sino en casi todas las partes del mundo, la democracia ha sustituido al autoritarismo en condiciones de declive económico más que bajo la presión del crecimiento.
4. La transición suele comportar un arreglo preelectoral provisional que se sitúa entre la dictadura y la democracia. Este compromiso intermedio puede crear expectativas razonables para distintos actores de convertirse en ganadores y de no ser completamente eliminados del juego político. Los gobernantes salientes tienden a ver el acuerdo intermedio como una red de seguridad e intentan estabilizarlo como un régimen semidemocrático si pueden mantener el control del proceso. Laoposición, en cambio, tiende a ver la fórmula provisional como una cama elástica desde la cual lanzarse a ulteriores cambios. La democracia se establece entonces como resultado de decisiones estratégicas de actores adversos al riesgo que se niegan a jugar al todo o nada. En este tipo de procesos la democracia crea demócratas, es decir, actores que aceptan unasreglas de juego competitivas en su propio interés, aun si no existe una sólida cultura democrática previa.
5. El contagio y el aprendizaje de la experiencia de otros proliferan. La imitación ha sido enormemente facilitada por el desarrollo de los medios de comunicación, ya que una transición afortunada en un país tiene un efecto demostración en otros países si hay suficiente información. La imitación puede ser considerada un comportamiento racional porque no es más que la repetición de estrategias conducentes a resultados deseados en circunstancias similares. Sin necesidad de recurrir a las fuerzas telúricas de la historia, la capacidad humana de razonar y actuar de acuerdo con unos fines puede explicar el desarrollo de sucesivas oleadas democratizadoras en la historia moderna, y en particular aquella que culminó hace ahora diez años.
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