Anticolonizadores
Se cuela el inglés, a diario, por los poros del periódico. Es explicable, porque una buena parte de la actualidad que cuenta y que se cuenta está hecha en ese idioma.El universo globalizado de los negocios, de las finanzas, habla en inglés y expande su poder hasta las teclas de los ordenadores con los que se escriben los acontecimientos.
Todo eso explica, muy esqueléticamente, claro, el fenómeno colonizador de la lengua inglesa, pero no justifica la pasividad de cualquier otro idioma, ni mucho menos la de quienes lo manejan y menos aún la del periodista que hace de la escritura herramienta principal de su oficio.
No se trata de adoptar posturas anti; simplemente de manejar un idioma que, además de su inmensa realidad y de su formidable potencial, debe servir de vehículo de entendimiento entre quienes lo hablan. Y, por supuesto, a los lectores de un periódico escrito en español para que comprendan todo lo que el diario publica.
Al hilo de la retribución especial que recibirán algunos directivos de Telefónica y de otros supuestos semejantes en el extranjero se ha colado en las últimas semanas la expresión "stock options". Y lo ha hecho a lo grande, hasta la cocina y sin llamar: en titulares, con machacona repetición en textos informativos y hasta en un editorial publicado por el periódico donde, por cierto, se explicaba con claridad en qué consiste esta fórmula, que, escrita en inglés, puede adquirir un cierto grado esotérico para la mayoría de los ciudadanos.
Ángel Zaragoza, profesor de la Universidad de Barcelona, se ha dirigido por segunda vez al Defensor para advertir del peligro de colonización que esto supone. "Me gustaría", dice, "que fuesen más cuidadosos con el castellano", y advierte que se trata de un término -al igual que en otras ocasiones- de muy fácil traducción: "opción sobre acciones".
El profesor Zaragoza Tafalla no ejerce ningún chovinismo excluyente, ya que advierte sobre un futuro con "un castellano, un catalán y un francés muy empobrecidos".
El Defensor está totalmente de acuerdo con él y con otros lectores. Son frecuentes las quejas en este terreno. Pero hay que añadir otro elemento a la propia queja: la dificultad para que el lector entienda lo que se le está diciendo. Y esto es, casi, lo que más importa en este departamento y lo que debiera constituir la principal preocupación del periódico.
El 31 de octubre, en el suplemento Negocios, se publicó un titular a tres columnas: "Las stock options agitan el debate público en Francia".
¿Cuántos lectores supieron, a la primera, de qué se les estaba hablando? Ni siquiera en el texto se aclaraba el significado del concepto.
El 3 de noviembre volvió a titularse en inglés, a cuatro columnas, en la sección de Economía. Y si no quieres caldo... ayer mismo la sección de Economía volvió con dos enormes titulares que incluían las stock options. En todas estas ocasiones se aclaraba en el texto su significado.
Ahí justamente se advierte el fallo. ¿Por qué traducir algo que puede expresarse directa y simplemente en nuestro idioma? ¿Qué utilidad aporta semejante rodeo? Dígase desde el principio en nuestra lengua, aunque en el texto pueda haber una referencia al término que utiliza el mundo anglosajón. Eso incluso puede enriquecer a muchos lectores.
Pero escribir en inglés en un periódico español para luego verter la expresión a nuestra lengua es un mecanismo perverso que degrada el idioma y que, por contagio, puede llevar a preferir la expresión inglesa, en la suposición, errónea, de que es más elegante o más técnica.
El riesgo de titular
El riesgo de titular es grande. Antes que nada, en el plano puramente profesional. Un titular, según explica el Libro de estilo del periódico, constituye "el principal elemento de una información", y a partir de esa declaración exige que los titulares sean "inequívocos, concretos, asequibles para todo tipo de lectores [las stock options no lo parecen] y ajenos a cualquier clase de sensacionalismo".Pide, además, que sean "escuetos", aunque sin sacrificar la "claridad expositiva".
José Belaúnde, desde Madrid, se ha dirigido al Defensor para protestar porque, en el suplemento Negocios del domigo 31 de octubre, una entrevista con Emili Tortosa, presidente de la Fundación para la Ética de los Negocios y las Organizaciones (Etnor), se tituló "Las empresas, cuanto más poder concentran, menos éticas son", entrecomilldo como una frase textual del entrevistado.
Lo cierto es que hablaba de la conveniencia de "separar las funciones de la presidencia y las de los gestores", refiriéndose a empresas que cotizan en Bolsa, y añadía: "En una empresa, la mayor concentración de poder comporta el riesgo de menor ética". El lector piensa, con razón, que el entrevistado no se refería al poder de las empresas, sino al de los altos cargos.
Jesús Mota, responsable del suplemento Negocios, ha ofrecido su explicación a la protesta:
"Efectivamente", admite, "el titular recogido entre comillas no responde exactamente a lo que dice el entrevistado; es una incorrección que hay que evitar".
Aunque no está de acuerdo "totalmente con la crítica de que se ha tergiversado el sentido". En su opinión, "el riesgo de perversión se produce no solamente cuando existe una concentración de poder de los gestores o administradores, es decir, de puertas para adentro, sino también de puertas para afuera. La ética empresarial que se evidencia en el control y reparto interno del poder se traslada igualmente al comportamiento de cada empresa en el mercado.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (
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