La magia de aprobar dos veces y obtener un suspenso
El nuevo decreto del Ministerio plantea una nueva forma de corregir los exámenes cuando el alumno solicita una reclamación: un segundo corrector volverá a mirar el examen y se establecerá una media entre ambas calificaciones. De esta manera, el alumno puede incluso bajar la nota que había logrado, cuando con el anterior modelo siempre se respetaba la calificación más alta. O incluso suspender. Ejemplo: el primer corrector otorga al ejercicio entregado un 5,5; el segundo le da un 4; el resultado será un 4,75. Suspenso.
Pero ahí no acaba todo. Si entre la nota que otorga el primer y el segundo corrector hay una diferencia de tres o más puntos, una tercera persona deberá revisar el examen y ahí ya no caben apelaciones.
Es en este momento cuando la magia de las matemáticas puede jugar malas pasadas.
Ejemplo: El primer corrector califica con un 5; el segundo -previa reclamación- otorga al alumno un 8,5. Como la diferencia entre ambas notas es de más de tres puntos, un tercero volverá a calificar el examen.
Si esta persona decide que el ejercicio se merece sólo un 4, el alumno habrá suspendido inmediatamente.
Claro que también puede darse el caso contrario y una tercera persona puede establecer que un estudiante que ya ha sido suspendido dos veces, consiga en esta ocasión un aprobado. Ejemplo: primera nota, un 1,75; segunda nota, un 4,75. Como la diferencia es de nuevo de más de tres puntos, un tercero revisa y puede decidir que ambos correctores estaban equivocados y que la nota que merece el alumno es un 8 o más.
Los responsables encargados de estas pruebas se quejan además de que el nuevo sistema encarecerá tremendamente el proceso. "Habrá que hacer hasta tres copias de cada examen porque un corrector no puede revisar la prueba sobre las correcciones que hizo el anterior", explica Alfonso Bengoa, técnico de la Consejería de Educación.
Bengoa cree además que con este sistema, al pasar por tantas manos, se corre el riesgo de que el anonimato del alumno se vaya perdiendo. Desde hace algunos años se vienen imponiendo diversos sistemas para garantizar que los correctores no puedan averiguar la identidad del alumno al que están corrigiendo.
Las hojas donde efectúan su ejercicio los estudiantes vienen marcadas con un sello, un código de barras que evita poner el nombre de la persona que se examina. Todo eso, según Bengoa podría ahora estar en peligro con el nuevo sistema de calificaciones.
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