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IMPULSO A LA PAZ

Los palestinos tienen que conformarse hoy con menos de lo firmado en los Acuerdos de Oslo

Israelíes y palestinos vuelven a encontrarse siete años después en el mismo escenario: Oslo. Sin embargo, la evolución de los acontecimientos desde aquella primera cita ha cambiado el sentimiento de esperanza con el que acudieron los palestinos a las primeras conversaciones secretas de paz en 1992 y lo ha trastocado en un profundo sentimiento de decepción y frustración. Nada puede ocultar que la mayor parte de los acuerdos alcanzados entonces aún se encuentra por cumplir y los que han logrado hacer realidad han llegado de manera parcial o con excesivo retraso.

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En memoria de Rabin

Las conversaciones secretas de la capital noruega entre israelíes y palestinos se iniciaron el mes de diciembre de 1992, gracias a la victoria del Partido Laborista israelí en las elecciones generales de aquel mismo año de la mano de Isaac Rabin. Los laboristas llevaron a la práctica el espíritu de apertura y reconciliación propugnado en la Conferencia de Madrid, que se celebró 14 meses antes, bajo el lema "paz a cambio de territorios".Las negociaciones a puerta cerrada entre Uri Savir, el jefe de la delegación israelí, y Abu Alaa, representante de la Organización para la Liberación de Palestina, diseñaron un generoso y ambicioso acuerdo marco, en el que todas las posibilidades permanecían abiertas, incluso la de la proclamación de un Estado palestino al cabo de cinco años de gobierno interino.

La realidad y el pragmatismo político han obligado, sin embargo, durante estos siete años a efectuar una relectura permanente de los Acuerdos de Oslo y del proceso de paz. Desde 1993, fecha de la firma de los Acuerdo en Washington en presencia del presidente estadounidense, Bill Clinton, se han renegociado los pactos en cinco ocasiones: El Cairo, en 1994; Acuerdo Interino de Washington, en 1995; Acuerdo de Hebrón, en 1997; Memorándum de Wye, en 1998, y Acuerdo de Sharm el Sheij, en 1999. Esto ha significado, en el mejor de los casos, una relectura a la baja del tratado inicial, mermando las esperanzas palestinas, según insiste en recordar la Administración de Yasir Arafat.

Los recortes más ostentosos del proceso de paz se han llevado a término durante el pasado Gobierno Likud, de Benjamín Netanyahu, cuyas dificultades para administrar el país le llevaron a entregarse a los sectores más radicales del país (ultraortodoxos y colonos), para los que la filosofía principal del proceso "paz a cambio de territorios" es una traición a los principios religiosos sacrosantos de todo un país.

La política de bloqueo al proceso propugnada por el derechista Netanyahu se vio, además, apoyada por las actuaciones insensatas de los sectores más radicales palestinos, que con sus oleadas de atentados (en especial durante el verano de 1998) aumentaron la desconfianza de los israelíes. El reencuentro de Oslo, que se inició ayer, llega de nuevo de la mano de los laboristas israelíes, tras el triunfo de las elecciones el pasado mes de mayo, ya que ha sido impulsado por Leah Rabin, la viuda del primer ministro asesinado el 4 de noviembre de 1995. Pero durante estos siete años se ha perdido ya mucho tiempo, muchas energías y sobre todo se han cercenado las esperanzas y ha crecido la desconfianza.

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