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El budismo arrasa en Milán

Ricos y famosos italianos acuden a los cursos del Dalai Lama

Mientras en Roma obispos europeos analizaban la crisis del catolicismo, en Milán, capital de la moda y las finanzas, un líder religioso provocaba esta semana un entusiasmo reservado a las estrellas del cine o del rock: Tenzin Gyatso, de 64 años, Dalai Lama. La visita a Italia de la encarnación de Buda sucede bajo los mejores auspicios, coincidiendo con la firma de un acuerdo que prevé la posibilidad para los italianos de destinar el ocho por mil de los impuestos directos al budismo. En el Palalido de Milán, donde hace pocos días la coalición de oposición presentó sus medidas contra la delincuencia, el Dalai Lama congregó el jueves, inauguración del cursillo La vía de la liberación, a unas 2.000 personas, entre ellas un puñado de ricos y famosos de los que no faltan jamás en los desfiles de los grandes modistas: Armani, Gucci, Versace.Señoras admirablemente cuidadas, envueltas en chales de cachemira, empresarios que en medio de la ferocidad capitalista han descubierto el valor de la meditación, y algún que otro famoso de los que no se pierden una cita bajo los reflectores de la televisión, escucharon atentamente las enseñanzas del líder espiritual y temporal del Tíbet, destinadas a llevarles por el "Sendero gradual de la Iluminación que nos podrá ayudar en la vida cotidiana, y por el Sendero espiritual para obtener la paz y la experiencia indispensable para el completo Despertar". Un sendero empinado, porque la andadura hacia la espiritualidad comenzó en torno a las 7.30, hora prohibitiva para buena parte de la selecta concurrencia.

Ese mismo día, la Unión Budista Italiana firmaba con la comisión ad hoc del Gobierno un acuerdo pionero en la UE, que dará a los seguidores del Dalai Lama en este país la posibilidad de destinar parte del IRPF a financiar el budismo. El acuerdo tiene que recibir aún la firma del primer ministro para convertirse en proyecto de ley. Tras la aprobación del Parlamento, será una realidad cargada de sorpresas en el país que aloja a la cúpula del catolicismo. La ley permitirá a los maestros zen ser reconocidos como ministros del culto y reconocerá la fiesta nacional del Tíber, ocupado por China en 1950. Un verdadero paso adelante que revela mejor que mil palabras, según el subsecretario italiano de Presidencia, Franco Bassanini, la plena consciencia del Ejecutivo ante los cambios en la sociedad italiana, cada vez más multiétnica y multirreligiosa.

El budismo en todo caso es una religión peculiar, que no hace proselitismo si no es para recordar la ocupación china, y que no exige un esfuerzo de fe a sus seguidores. En Milán lo confirmaba escueto el propio Dalai Lama: "En general, y salvo raras excepciones, es mejor que cada uno permanezca siendo fiel a la propia religión". Un pequeño jarro de agua fría para la audiencia devota que, sin embargo, puede otorgarse a título privado esa condición excepcional que ha permitido a una celebridad del fútbol nacional como Roberto Baggio, por ejemplo, abrazar el budismo.

Quizá pensando en los vips con ojeras sentados en la primera lección magistral a apenas seis metros del trono azafrán y oro del Dalai Lama, el líder tibetano había recomendado ante la prensa milanesa la conveniencia de cambiar de estilo de vida: "Hay que dar un poco más espacio a la actividad espiritual. La vida en Occidente está llena de afanes: en vez de trasnochar o de largos fines de semana, madrugad todos los días. Yo me levanto a las 3.30 y entonces oigo en el hotel a la gente que viene a acostarse".

Por una discreta cantidad, entre las 8.500 y las 17.000 pesetas, que irán a financiar la causa del Tíbet, los milaneses han tenido acceso a las enseñanzas directas del Dalai Lama, "algo así como escuchar la lectura de san Marcos de labios del Papa", según uno de los asistentes.

El domingo por la noche, tras presidir una fiesta en su honor aderezada con bailes y cantos tibetanos, el Dalai Lama irá a Roma, donde le espera una apretada agenda de encuentros políticos que concluirán el jueves con una visita al Papa. En Roma, el líder tibetano no dará conferencias ni cursillos. Quizá lo desaconseje la proximidad del Vaticano o quizá tenga razón la veterana cantante Ornella Vanoni, admiradora del budismo, para quien una capital como Milán es terreno abonado para la prédica de Tenzin Gyatso. "En esta ciudad dominada por las prisas y el dinero hay una enorme necesidad de espiritualidad y de calma, y el budismo propone esos valores".

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