El Flaubert del siglo XX

"Hoy en día Flaubert no podría existir, porque ningún editor le concedería los seis años que tardó en entregar Madame Bovary. Pues bien, Juan Marsé se puede permitir el lujo de hacer como el gran escritor francés: nunca ha bajado de los cuatro años entre un libro y el siguiente", aseguró el martes pasado el profesor y crítico literario Lluís Izquierdo durante su conferencia sobre el autor barcelonés, enmarcada en el ciclo El cel del Carmel, que tiene lugar en el Centro Cívico del Carmel, en Barcelona. Izquierdo continuó el elogio de Marsé presentándolo como un modelo de sintaxis, "de la cual tendrían que aprender muchos escritores". "Decir lo que se quiere no es fácil, hay que poder, y eso exige mucha vocación. Pero claro, hoy los libros se escriben sin trabajo, y ahí está el resultado: la década de los noventa ha sido literariamente una de las más pobres de todo el siglo". Y terminó con una reflexión sobre el recién concedido Planeta: "Otorgar un premio como este a una persona de 25 años puede llevarle fácilmente al desastre y el desmoronamiento moral".Según el crítico, que hizo un repaso de toda la obra marsiana (incluida la maldita Esta cara de la luna, abominada por el propio Marsé y jamás reeditada), la alta calidad literaria del autor de Últimas tardes con Teresa se debe a que "es muy trabajador, un verdadero artesano de la escritura, quizá porque de joven fue orfebre. Su equivalente en poesía sería la obra de Gil de Biedma, que no es más que una selección de algunos momentos pero en forma de literatura precisa y espléndida por su modestia aparente. A ambos se les ha reprochado que escribiesen poco. Pero, ¿para qué queremos libros de 500 páginas si en 200 se puede decir lo mismo con mayor intensidad? ¿Para cansarnos más? Mucho mejor que eso es releer las novelas que nos gustaron".

En cuanto al universo de Marsé, Izquierdo destacó la importancia del elemento cinematográfico en su obra, "ya que en los sesenta el cine era la mayor fuente de experiencias para los jóvenes de este país". Puso como ejemplo del continuo homenaje que Marsé rinde a este arte sus novelas Historia de detectives, Ronda del Guinardó y El embrujo de Shangai, "una de las maravillas de la literatura actual". Como contraposición, denunció la poca justicia que el cine le ha hecho con sus adaptaciones, "especialmente la de El amante bilingüe, que quedó destrozada".

Por su parte, el escritor Joan Perucho contribuyó, el lunes pasado, al lema del ciclo El Carmel: territori literari explicando su experiencia de la guerra civil en la batería antiaérea que estaba instalada en la cima de este monte. Perucho formaba parte de la quinta del biberón, pero el tifus le salvó de ir al frente del Ebro. Cuando sanó, le destinaron al Carmel, "pero sólo un par o tres de meses, porque enseguida terminó la guerra". "La verdad es que no hice gran cosa, como era tan joven no me enseñaron a disparar; además, la verdad es que la aviación enemiga tenía muy mala puntería".

El ciclo de homenaje a Marsé ofrecerá mañana un recital poético (19.30 horas, Centro Cívico Carmel) con Narcís Comadira, Jesús Lizano y Jordi Virallonga.