Excelente novela
Cuando parecía que Miguel Delibes lo había dicho todo, El hereje vino a desmentir esta suposición con su rango de novela de abundante tonelaje y de corte histórico, y en absoluto menor en la ya larga trayectoria del escritor castellano. En cierto sentido, un libro síntesis, que aúna la vieja preocupación moral de su autor por la concordia y contra la intolerancia con el culto a la tierra, al paisaje de Castilla, y con la pasión del castellano, que en este libro encuentra expresión mayor, y ya es decir en alguien que siempre ha manejado el idioma con maestría de señor de las palabras.No todos entendieron así la novela en el momento de su aparición, que a algunos pareció coger a contrapelo, como si quebrara las expectativas acuñadas; por eso es de celebrar el rigor con que en esta ocasión ha actuado el jurado del Premio Nacional de Narrativa. Delibes ha sintetizado los elementos fundamentales de su mundo. La obra recrea el clima del Valladolid del siglo XVI y, a su través, de la España de la época, para centrarse en la novelización del foco luterano que se registró en la ciudad castellana y culminó con dos terribles autos de fe. Tiene El hereje la apariencia de una novela histórica, pero sólo la apariencia. El autor se vale de la historia; no se hipoteca a ella. El hereje cuenta la peripecia vital del comerciante de pieles y lanas Cipriano Salcedo, hábil como su padre para los negocios y a quien ciertos incidentes -desafecto paterno, inseguridad existencial, desamor de su esposa- conducen a la nueva fe.
Sobre esta base histórica levanta Miguel Delibes un entramado de muy marcada autonomía. Cipriano Salcedo, el protagonista, es una criatura compleja que aparece marcada por la orfandad, el maltrato paterno, el fracaso conyugal y, a la par, rasgo muy histórico y novelesco, es un activo comerciante, imaginativo y emprendedor, que consigue allegar una considerable fortuna. Burguesía y protestantismo fueron dos rasgos estrechamente unidos. El narrador sitúa al protagonista sobre varios paisajes que se imbrican: el de su ciudad nativa, que recrea certeramente; el de la Castilla ganadera, que anota con precisión; el de la España de su tiempo, que describe con sobriedad y verdad, y el de una Europa combatida por los huracanes de la Reforma, que es reflejada con justeza.
En ningún momento pierden ni el protagonista ni el discurso narrativo su autonomía respecto de los referentes históricos. Personajes y ambientes son creados y recreados con mano firme. Delibes se acerca con tanta piedad como respeto a sus personajes, dispuestos a vivir su fe con pureza fraterna. La intolerancia de ayer es un espejo refractado sobre la de este siglo, tan atroz. El autor de El camino, Las ratas y Cinco horas con Mario desmintió hermosamente a quienes habían decidido jubilarlo de modo prematuro.
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