Ni es suficiente ni es la solución
Bill Clinton, presidente de Estados Unidos, se plantea perdonar la deuda de los países más pobres. Con una economía estadounidense más que envidiable, Clinton en su último año como presidente se esforzará en dejar el mejor recuerdo posible: entre los suyos bajando los impuestos, y a nivel internacional perdonando la deuda a los países más pobres. Y aunque esto último es loable, también es superfluo porque, al día siguiente de perdonar la deuda, otra vez empezaría a acumularse. Pero, sobre todo, ni es suficiente ni es la solución para los países más pobres.Estados Unidos, la Unión Europea y los países ricos del Primer Mundo tienen pendiente afrontar con rigor la erradicación de la pobreza en el mundo, que no desaparece perdonando deudas. Una política de redistribución de capitales encaminada a generar riqueza en los países más pobres les beneficiaría a ellos y a nosotros: a ellos, porque verían desarrollar su potencial humano, saldrían de la marginalidad y se insertarían en el concierto internacional; y a nosotros, egoístas como somos, porque veríamos ampliar nuestros mercados con nuevos consumidores.- . .
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