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El reino de la edad

La solución del paro, se piensa ahora, es el parón de la juventud. Con motivo del nacimiento del habitante 6.000 millones, la OCDE calcula que dentro de unos 30 años habrá envejecido la población occidental al punto que habrá trabajo de sobra para lo no jubilados. En Estados Unidos, los retirados pasarán en los próximos cuarenta años de ser 45 millones a más de 90, y en Europa, donde la bajísima fecundidad -especialmente en España o Italia- y la alta esperanza de vida no cesan de sumarse, la desproporción entre activos y pasivos será aún mayor.En la actualidad, los europeos mayores de 60 años representan la quinta parte del total pero dentro de 30 años pueden significar más de la tercera parte. La tónica dominante hoy en Occidente es la que inspiran un hombre o una mujer próximos a los 30 años. Para antes de la mitad del siglo XXI, esa referencia se encontrará en torno a los sexagenarios, el doble que ahora. Ni las modas, los valores, los gustos, las series de televisión, la sexualidad o el consumo podrán ser los de ahora. Los líderes políticos serán aún más conservadores, las modelos dejarán de ser tan jóvenes, la arquitectura interior y el urbanismo deberán replantearse sus programas.

La idea de los placeres, las diversiones y las inversiones seguirá una deriva presidida acaso por categorías de mayor lentitud. En lugar de la vida acelerada una aspiración de sosiego, en vez de una ansiedad en busca del cambio rápido una persecución más despaciosa del equilibrio y la duración.Todos los productos publicitarios pero también la jerarquía de los ídolos, héroes y estrellas deberían modificar su composición. No es extraño que se alteren los horarios, los menús y los restaurantes de moda, los destinos cotizados para un viaje de placer, las drogas, el diseño de los coches, los asientos del ferrocarril y los locales de baile.

En general, el ambiente cultural con predominio de los mayores puede ir creando una figura de deseo adulta que ensombrezca la relevancia óptica de la actualidad publicitaria o mercantil. Una política más conservadora, un cine menos experimental, una pintura retro, una música nostálgica son signos que se repiten ya hoy, en la sociedad del 2000, pero otros más podrían encontrar la ocasión de aparecer y engrandecerse.

Los llamados baby-boomers, nacidos masivamente desde mediados de los años cuarenta hasta 1960 han ingresado en la madurez y para dentro de dos décadas se encontrárán en la jubilación. En la actualidad, con el afán de ahorrar para su futuro, esta cohorte demográfica ha gestado un fenómeno de ralentización del crecimiento económico que se sufre generalmente, pero la tendencia no ha hecho más que empezar. Según cálculos de la OCDE, la renta por habitante puede decrecer hasta un 10% en Estados Unidos desde ahora al año 2050 y un 18% en la Unión Europea y un 23% en Japón, debido a esta causa.

¿Se sentirán disminuidas las generaciones jóvenes como antes se sintieron los adultos? Indudablemente una mayor proporción de mayores inclinará los presupuestos hacia los cuidados de la salud y menos hacia las atenciones en educación, más hacia los centros geriátricos que hacia las instalaciones deportivas, más hacia los balnearios que hacia las estaciones de esquí. Los mayores podrían llegar a adquirir en el inmediato porvenir un protagonismo similar al que obtuvieron los jóvenes desde los sesenta. Lo chocante y pesado es que se trata de los mismos. Los airados estudiantes del 68, comparativamente privilegados en su discurrir de los últimos cuarenta años, vuelven a ser referencia en la tercera edad. Y, sobre todo, las mujeres. El ciclo de la revolución feminista que comenzó en los sesenta se complementa sesenta o setenta años después no sólo con el predominio de su generación encanecida sino, además, con la mayor presencia de las señoras, incomparablemente más fuertes y numerosas a esa edad que sus compañeros, sus consortes o sus amantes.

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