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¿Empate? XAVIER BRU DE SALA

Hoy cierran la campaña los tres pesos pesados, dejémonos de bromas, de la política española. Aznar, más Aznar que nunca. Felipe, que sólo es Felipe en Cataluña. Y Pujol, que se basta pero no se sobra. Si tuviera un Kohl a disposición, dispuesto a recomendar el voto para CiU, seguro que lo traía, pero tuvo que conformarse con Carmen Sevilla, que no es lo mismo.¿Puede medirse la influencia real de Felipe y Aznar en los mítines de hoy? Desde luego que la presencia estelar de José María Aznar no habrá perjudicado al Partido Popular. Pero tampoco a Jordi Pujol. Felipe González ya se cuidó anteayer de no tirar a matar contra el candidato a la reelección. Intentó ayudar a Pasqual Maragall, no faltaría más, pero bien pudiera ser que el voto arrancado a la abstención resulte compensado por el voto transversal disgustado por la injerencia. Lo comido por lo servido, vaya. Los expertos cuentan hasta 250.000 catalanes transversales que tienen experiencia en infidelidad electoral y saben tanto lo que es votar nacionalista como votar socialista.

A ésos intentó acercarse Maragall en su larga precampaña y el inicio de la campaña. Ahora toca convencer a los que votan socialista o bien engordan las filas de la abstención. ¿Conseguirá rascar de aquí y de allá? Es la pregunta del millón de papeletas que le convertiría en vencedor.

Cuentan los mismos analistas profesionales que ganará quien consiga el pleno de los suyos. El análisis consiste en contabilizar el máximo y el mínimo de votos de los dos grandes partidos a lo largo de las convocatorias de la democracia.

Resulta de los aburridos y pormenorizados cálculos que a Pujol le basta llegando a la mitad de la distancia entre su máximo y su mínimo. Pasqual Maragall, en cambio, necesita acercarse al pleno. De ahí su estrategia para hacerse con una parte del voto infiel antes de convencer a sus abstencionistas. O a los de Felipe, que para el caso es lo mismo. Pujol sale pues favorito, pero Maragall no lo tiene imposible. Los sondeos podrían ayudarle de dos modos, por efecto underdog, que cobra apoyos de los que no quisieran verle a tres puntos por detrás. Y porque, al dar a Pujol vencedor y conjeturar que no les necesita, parte de sus votantes cambien al PP y parte a ERC. Así, con las conciencias tranquilas, apoyarían a la que sería su primera opción de no existir el voto útil.

Harto de tantas conjeturas, un avispado psicólogo social instalado en el anonimato comentaba a sus amigos antes de empezar la campaña que podía pronosticarse sin error el ganador de las autonómicas según la meteorología y el Barça. Si reinaba el anticiclón durante el puente de la Hispanidad y el Madrid perdía en el Nou Camp, cuatro años más de Pujol.

La satisfacción y el optimismo vital son enemigos del cambio. Con Levante húmedo y lluvioso entre el 8 y el 12 de octubre y derrota del Barça, en cambio, Maragall triunfaba seguro. En ambos casos, las estadísticas iban a favor de Jordi Pujol. Sin embargo, el puente resultó variable y hubo empate en el partido.

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