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Begoña Zubero expone sus fotografías de bodegones abstractos en Burdeos

La fotógrafa Begoña Zubero (Bilbao, 1962) toma imágenes de los objetos que rodean su vida cotidina, aunque en sus obras la objetualidad desaparece por completo. En las series más recientes ha enfocado el objetivo sobre unos pisapapeles de cristal en los que juega la luz y el color hasta convertirse en unas imágenes abstractas. Por segunda vez en su carrera, Zubero mostrará a partir del miércoles este trabajo en una sala de exposiciones de Burdeos (Francia). "Es fotografía pura y dura", explica.

Begoña Zubero presentará sus fotografías en la sala Le Labo (Rue de Pineau, 7), un espacio industrial en el área portuaria de Burdeos reconvertido en galería de arte contemporáneo. Compartirá la exposición, titulada Formes, informe, con la pintura del bordelés Jean-Marc Comby, de 35 años, y los grabados de Juan Martocci, de 48, un artista argentino que reparte su tiempo entre París y Buenos Aires. Le Labo, fundada el pasado mes de enero, ofrece un escaparate donde convergen el trabajo de creadores de diferentes disciplinas, procedentes del eje imaginario que forman París, la región de Burdeos y España.

La colección que inaugurará el próximo miércoles es su segunda exposición en Burdeos. En 1995, sus fotografías formaron parte de una muestra colectiva en la galería bordelesa Zographia. "Burdeos es una ciudad muy receptiva y culta, que acoge muy bien cualquier manifestación artística", recuerda la fotógrafa, todavía sorpredida por el alto nivel de ventas que logró en su primera exposición en Francia. "Curiosamente, no abundan allí las galerías de arte", dice.

Zubero siempre ha fotografiado las cosas cercanas, las más intrascendentes. "Siempre he trabajado el bodegón. Al principio lo hacía al revés: en lugar de preparar los objetos buscaba lo que ya había a mi alrededor", dice. Evolucionó hacia la fotografía de naturalezas muertas, pero descubrió que le interesaban más las materia orgánica en descomposición y así comenzó a crear series que se acercaban a la abstracción.

A partir de 1995, desapareció de sus fotografías el referente y renunció voluntariamente a transmitir ideas. "Al ver las exposiciones mucha gente piensa que son imágenes digitales, pero son óptica al 100%. Soy fotógrafa de formación; mi trabajo es fotografía pura y dura", advierte apasionadamente para evitar que su trabajo se confunda con otras manifestaciones artísticas. "Que no haya un referente, que no haya una narración, sólo es un camino".

Zubero cree que se mueve en un contexto de "normalización" de la fotografía como un medio más de las artes plásticas. "Al ser un medio muy accesible, la fotografía ha llegado a tener una utilización banal", apunta.

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Zubero bromea al explicar que lo más modeno que usa en su trabajo "es la polaroid". Sin embargo, no se asusta al abrirse a la utilización de nuevas tecnologías y acabar de participar en un seminario sobre la creación de imágenes digitales. "He hecho el curso para salir del siglo XIX", señala. "Hay que pensar en que se puede usar algo más que la luz y la película para encontrar nuevas texturas en la fotografía. La tecnología ofrece herramientas muy potentes".

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