Donostialdea verterá sus aguas fecales en mar abierto a partir de junio de 2000
Las aguas negras que producen los 360.000 habitantes de la comarca de Donostialdea y el entorno de Pasaia serán arrojadas a partir del próximo verano a 1.300 metros de distancia de la costa y a una profundidad de 50 metros. En una espectacular operación en la que participaron 32 buzos, los 720 metros del principal tramo del emisario fueron sumergiéndose ayer hasta encajar en el fondo marino. La singular construcción de este desagüe, en una sola pieza, ha permitido adelantar un año el plazo de la obra, que costará 2.380 millones.
Media docena de barcos y 32 buzos vigilaban in situ, desde la superficie de un mar que afortunadamente permanecía como un plato, el delicado proceso que se sigue para sumergir los 720 metros del larguísimo desagüe sin que se produzcan fisuras. Desde la colina del monte Ulía, justo encima del actual sumidero de Mompás, los responsables de la Confederación Hidrográfica del Norte, Aguas del Añarbe y representantes de las distintas instituciones explicaban los pormenores de dicha operación.El principal elemento de la obra era aquel gran brazo, que mide dos veces lo que el Boulevard donostiarra, que se conectará con un túnel de 400 metros que discurrirá bajo el suelo de los acantilados de Mompás y al que se unirán los 200 metros finales que en la actualidad se construyen en el puerto de Pasaia. La puesta en funcionamiento del emisario submarino permitirá arrojar las aguas residuales que generan la comarca de Donostialdea y el entorno de Pasaia -unos 360.000 habitantes en conjunto- a 1.300 metros de distancia mar adentro y 50 de profundidad. Sin embargo, no verterá aguas tratadas hasta que no funcione a pleno rendimiento la depuradora de Loiola, cuya inversión asciende a 5.000 millones de pesetas y está previsto que inicie su andadura a fines de 2003.
"La contaminación en las playas de San Sebastián y en la bahía de Pasajes es histórica". Así de efusivo se mostraba ayer el concejal de Planeamiento Urbanístico, Jorge Letamendia, quien veía que aquellas obras que se adjudicaron en julio de 1998 a las empresas Dragados, Altuna y Uría cobraban forma. Estas empresas optaron por variar el proyecto inicial y construir en una sola pieza el tubo que ayer recaló en el fondo marino. De esta forma, eliminaban las afecciones medioambientales y recortaban la ejecución de los trabajos en un año. Y todo ello sin apenas generar un coste adicional a los 2.236 millones de pesetas presupuestados. Inicialmente, se iban a colocar sobre el lecho marino unos veinte tubos, de 48 metros cada uno. Para unirlos se precisaba la intervención de varios equipos de buzos, cuyo esfuerzo, además de entrañar graves riesgos para su seguridad física, dilataban las obras hasta el mes de febrero de 2001.
La tubería gigante fue remolcada el pasado miércoles desde el superpuerto de Bilbao, donde fue construida, hasta la zona próxima a Mompás. El tubo gigante quedará hoy definitivamente encamado en el fondo marino, tras el procedimiento de hundimiento que dura 24 horas, y será recubierto con arena.
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