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John de la selva

Isabel Ferrer

Mowgli y Tarzán, los niños salvajes más famosos de la literatura universal, tienen un compañero auténtico. Se llama John Ssabunnya, nació en Uganda hace probablemente 15 años y fue adoptado en su infancia por una colonia de monos en plena jungla. Ayer llegó al Reino Unido para cantar con el coro The Pearl of Africa Children Choir, una formación musical que le ha ayudado a recuperar el contacto con la civilización.Según los psicólogos y expertos en comportamiento animal que le han tratado, no hay duda de que ha estado entre primates y es capaz de comunicarse con ellos. Su extraordinaria aventura y la tragedia familiar que la provocó vertebran un documental titulado La prueba viviente: el niño que vivió con los monos, que será emitido la próxima semana por la BBC.

Cuando tenía 5 o 6 años, John vio como su padre asesinaba a la madre. Horrorizado, escapó a la jungla y allí permaneció escondido sin saber que su progenitor acabó suicidándose.

Uno o dos años después, un grupo de mujeres recogía leña en un claro de la selva cercano a su aldea. Una familia de monos Vervet les molestaba. Hasta aquí, la escena era de lo más cotidiana. Uno de los simios, no obstante, les llamó la atención. Gritaba y corría como los demás y estaba muy sucio, pero no tenía pelo en el cuerpo. Al acercarse, las mujeres descubrieron que era el niño que desapareció tras la violenta muerte de sus padres. Incapaz de andar erguido y pronunciando extraños sonidos que sólo los monos reconocían, John fue separado de éstos y llevado a un orfanato estatal en Campala.

Convertido en la prueba viviente de que al menos ciertos primates son capaces de acoger y alimentar a un ser humano, empezó entonces para el chico una aventura todavía más dura. Estaba desnutrido y lleno de parásitos. Había olvidado su lengua y prefería la compañía de los monos a las personas. Paul y Molly Wassuna, los directores del orfanato, le cuidaban y acabaron adoptándole, pero necesitaban ayuda. Si nunca hubiera desaparecido en la selva, el chico sería descrito como un menor con problemas de comportamiento. Un caso difícil o incluso de retraso mental, que no acababa de adaptarse ni de hablar correctamente. Tenía, eso sí, una buena voz y el canto podía ayudarle a vivir en el mundo que abandonó a toda prisa.

Cuando Douglas Candland, un psicólogo estadounidense considerado uno de los mayores expertos mundiales en comportamiento animal, fue avisado de que había una especie de Tarzán en Uganda, lo primero que hizo fue dudar de la veracidad de la historia. Una vez con toda la documentación en su poder, pudo más la curiosidad científica y salió de la Universidad de Buckneell, en el estado de Pensilvania, dispuesto a conocerle. Una vez en África se le unió Debbie Cox, directora de un asilo para animales salvajes en Uganda y especializada en devolver a su entorno a los monos que han sido cazados ilegalmente.

El huérfano se reunió con un grupo de monos cuando ya era un adolescente de 14 años. Llevaba mucho tiempo alejado de los simios. Su primera reacción enmudeció a los expertos: sabía cómo comunicarse con los animales y se encontraba a gusto con ellos. Candland y Cox decidieron tratar de descifrar el lenguaje que compartieron el hombre y el mono.

Según la BBC, el programa no trata de presentar a John como la encarnación de un mito. Es un niño que padece todavía una depresión y al que le cuesta relacionarse con las personas. Hacia los monos sigue manteniendo una actitud protectora.

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