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Reportaje:

Cuestión de volumen y gramos

Un asunto de volumen y gramos separa a la pelota valenciana de la vasca, entendida la pelota como el objeto redondo del juego. Los detractores de aquélla alegarán que la diferencia no sólo afecta al objeto en sí mismo, la pelota: querrán ver en ella una metáfora de la diferencia de clases. La empresa Aspe, en plan conciliador y comercial, ha decidido recuperar los enfrentamientos entre ambas disciplinas. Durante tres fines de semana consecutivos, el 10, 17 y 24 de octubre, un equipo formado por pelotaris de Aspe se enfrentará a otro conformado exclusivamente por pelotaris valencianos. El sistema de competición, estilo Copa Davis de tenis, propone dos duelos por parejas y otro individual con un punto en juego para cada enfrentamiento, que se disputará en el frontón Nazaret de Valencia. En la práctica, se trata de una suerte de hermanamiento entre dos estilos de pelota a mano que sólo comparten orígenes lejanos. En Valencia perdura el estilo de juego indirecto con denominaciones y especialidades diferentes: Escala y Corda, Raspal y Galocha, que prescinden del frontis. Sólo el juego del Frontón se aproxima al mano a mano aquí disputado. Sin embargo, las diferencias entre ambos estilos son sustanciales: mientras aquí se emplean pelotas pesadas (en torno a los 102 gramos), allí el objeto golpeado no supera los 50 gramos. A resultas de ésta diferencia, aquí prima la fuerza de pegada, allí la rapidez y la agilidad unida a la destreza técnica. Los frontones valencianos, de 25 metros, favorecen la dinámica de su juego. Para tratar de conceder igualdad al choque, se emplearán pelotas de 70 gramos, a caballo entre los dos pesos al uso. Al margen de los encuentros por parejas, que enfrentarán a Núñez-Cervera con Capellán-Apeztegia (el día 10) y a Núñez-Puchol con Dani-Alberdi III (día 17), la cita estelar reunirá a Patxi Eugi con Enrique Sarasol (día 24), el pelotari valenciano más significativo, señalado como el sucesor del mítico Genovés. La pelota, cada vez más, es un deporte que languidece en la Comunidad Valenciana, pese al empuje proporcionado por Canal Nou, la televisión autonómica local, que ofrece una media de 50 encuentros en directo al año, principalmente los domingos por la mañana. Transmisiones que adolecen de un serio problema: apenas se aprecia la pelota en la pantalla. A diferencia de la bipolarización empresarial que rige el mundo de la pelota en el País Vasco, en Valencia el pelotari administra personalmente sus contratos. "Desde que los medios de comunicación decidieron respaldar nuestro deporte, las cosas van mejor: hay más patrocinadores para respaldar a los jugadores y organizar torneos", reconoce Sarasol. Esta circunstancia plantea un serio problema en la base de este deporte: los jóvenes que se inician en esta disciplina la abandonan rápidamente, sin referencias (empresas que apuesten por ellos) a la hora de gestionar su futuro. Hasta hace apenas cuatro años, Sarasol, de 35 años, nunca había jugado (en sus 20 años de carrera) en un frontón largo. Su descubrimiento le sirvió para establecer rápidamente la tipología del jugador vasco: "Tiene la fuerza que a nosotros nos falta, pero le falta nuestra técnica". Su dedicación le permite vivir al día, sin confiar en que pueda rescatar lo suficiente como para vivir de rentas cuando deje de competir. "De momento, puedo vivir mi pasión y comer, algo que nunca imaginé cuando empecé a jugar en las paredes del colegio". Sarasol, que antes de volar hacia Italia para proclamarse con su equipo Campeón de Europa de su especialidad, se entrenó en el frontón Adarraga de Logroño, teme la pegada de Eugi. "Espero que al ser la pelota más pequeña no le pueda imprimir tanta fuerza. De lo contrario..."

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