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Tribuna
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Jugar en campo propio

Francesc Valls

Jordi Pujol jugó anoche en campo propio y con reglamento a medida. Los más de 90 minutos que duró el debate en TV-3, el canal autonómico catalán, entre los candidatos a la presidencia de la Generalitat de los siete partidos con representación en el Parlament de Catalunya fueron un monumento al tedio.Y Había ingredientes para el buen juego, incluso para la goleada, pero todo quedó en una noche para olvidar. El reglamento casero impuesto por la dirección de la televisión autonómica echó un primer jarro de agua fría. TV-3 hizo saber que los tres ejes del debate iban a ser: aumento del techo de autogobierno, pacto fiscal y Estado de bienestar. Exactamente los mismos temas que los puntos programáticos de los que CiU hace bandera en estas elecciones autonómicas. Pero nadie rechistó. La oposición, tan acostumbrada a ir a remolque de las propuestas de CiU durante 20 años como sorprendida por contar con un debate político en un plató de TV-3, optó una vez más por aceptar las reglas del juego. Así que el debate, que debía ser un fresco y burbujeante cava que incitara al electorado a acercarse a las urnas, no pasó de ser un tinto cabezón. La utilización de términos tan familiares en política como escasamente cotidianos -federalismo asimétrico, el pacto fiscal, y encaje de Cataluña- tampoco contribuirá a situar el debate entre los programas de mayor audiencia.

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La rigidez del único debate de la campaña impide la confrontación de los candidatos

Para redondear la noche, el rígido reparto del tiempo se encargó de torpedear los escasos destellos de brillantez dialéctica. Los candidatos contaron con dos minutos cada uno para exponer su programa; un minuto para replicar y nada para la improvisación. Así que los delanteros de la oposición, que esperaban un despiste de la defensa local para llegar con peligro a portería, pasaron la noche en continuo fuera de juego. Y Pujol, sentado los 90 minutos en la portería. La división a la izquierda del PSC favorecía la tranquilidad del candidato a la reelección, que vio complacido cómo tres partidos -Iniciativa per Catalunya, Esquerra Unida i Alternativa y Els Verds- debatían entre ellos y llevaban el juego hacia el banderín de córner de la propia portería.

El guión se podía haber escrito con antelación. Pujol quiso mantener su discurso nacionalista moderado para distanciarse del PP y Esquerra Republicana. Pasqual Maragall se presentó como la sucesión natural de Pujol, sin traumas y con fidelidad respecto a España. Y Rafael Ribó, de Iniciativa per Catalunya, fue el candidato más agresivo con Pujol.

Nadie se acostó con la idea de haber visto un debate en el que se confrontasen programas o ideas. El cara a cara entre Pujol y Maragall no se verá en estas elecciones, a menos que los sondeos aprieten. Ostentar el poder aconseja arriesgar poco, aunque los electores se pierdan un buen espectáculo.

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