Umberto Eco espera el nuevo milenio con "optimismo trágico"
"No soy Nostradamus ni el padre Pío", dice Umberto Eco para excusarse de hacer predicciones sobre el próximo milenio. Pero, puestos a mojarse, Eco recurrió ayer en ACoruña a una cita del filósofo frances Emanuel Mounier para explicar que espera el futuro con "optimismo trágico". "Sé que los hombres son idiotas, pero también que siempre hay una esperanza a la que aferrarse", agregó Eco, que hoy interviene en el IV Congreso Latinoamericano de Semiótica dedicado al fin del milenio.El autor de Apocalípticos e integrados es de los que defienden que, sin ningún género de duda, el milenio comienza el 1 de enero del 2001, y por eso dice entre risas que aún le quedan 14 meses para pensar en ese futuro ya inmediato. "Pero los dos ceros", apunta, "ejercen una fascinación especial, y por eso entiendo toda la excitación que se está creando ante la llegada del año 2000. Todos somos un poco fetichistas".
Aunque esté convencido de la idiotez humana, Eco defiende ese "optimismo trágico" repasando algunas de las realizaciones de la humanidad y su evolución histórica. "Este idiota que es el hombre", comentó Eco en un encuentro con periodistas, "escribe a veces un buen poema. Hace 40 años mi abuelo materno murió de una gripe y yo me la curo en cinco días".
Progreso
Frente a los que piensan que la civilización camina hacia el desastre, el semiótico italiano, a pesar de su escepticismo respecto a la naturaleza humana, cree en cierta idea de progreso. "En proporción a la población mundial, hoy se mata a menos gente que hace un siglo", subrayó, "cada uno de nosotros tiene menos posibilidades de morir violentamente que sus antepasados. En el siglo XVIII la gente iba a ver las ejecuciones públicas como quien va al teatro. Desde Julio César hasta Auschwitz se aclamaba a los militares si mataban a dos millones de personas. Pero en la última guerra que vivimos en Europa la obsesión era matar al menor número posible de enemigos, y cuando se mataba a alguien, todo el mundo salía pidiendo disculpas".
Se le objetó a Eco que ahora la gente no va a las ejecuciones públicas, pero contempla cientos de ellas por televisión. "Es verdad que nos da miedo matar a los serbios y aplaudimos si James Bond mata a un millar de ellos", reconoció Eco, "hay un gusto por la crueldad y la sangre virtual. Y no sé hasta qué punto puede cambiar eso nuestra sensibilidad y, sobre todo, la de nuestros hijos".
El semiótico y novelista está convencido de que las culturas y lenguas minoritarias no van a desaparecer, aunque cree que el debate sobre su supervivencia es un problema menor. "Los políticos piensan que lo que se está produciendo es un inmigración cuando lo que nos espera es una migración. Migraciones fueron las de los hunos o los pueblos germánicos: gentes que se trasladan en masa y que cambian por completo el lugar al que llegan. Ése va a ser el futuro, y no será una situación fácil, ni la integración se va a producir sin dolor. Pero ocurrirá. Los blancos ya no estamos de moda".
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