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Prado narra el fracaso de la convivencia familiar en 'No sólo el fuego'

El escritor publica el Premio Andalucía

Cree Benjamín Prado que el tiempo lo oxida todo, "lo opaco y lo que parece más brillante", y que esa decepción es más evidente en la convivencia familiar, que acaba por destruir el amor. No sólo el fuego, la novela con la que ha ganado el XIV Premio Andalucía de Novela, que patrocina el BBV (con siete millones de pesetas) y publica Alfaguara, narra a través de cuatro generaciones una historia de renuncias y frustraciones. La obra, que fue presentada ayer en Sevilla, es una metáfora sobre la imposibilidad del amor y sobre la necesidad de rescatar la memoria.

No sólo el fuego es, según Prado (Madrid, 1961), un viaje a la historia de España desde la década de los treinta hasta hoy a través de cinco personajes de una familia -el abuelo, Truman; Samuel, el padre; Ruth, la madre, y los dos hijos, Marta y Maceo- cuyas relaciones están marcadas por las decepciones que les va imponiendo la vida y, en algunos casos, también por el odio y el rencor.El abuelo, hijo de un matrimonio represaliado por el régimen franquista, tiene la necesidad de contar a su nieto su vida de exiliado en Panamá, Salvador, México y Costa Rica, países que Prado ha recorrido para describir cómo vivían los españoles. "Las historias no basta con que sucedan, es preciso contarlas, porque lo que no se cuenta no existe. Los recuerdos del anciano no dejan de ser el relato de cosas que fueron suyas y que ha perdido", comentó Prado, para quien la memoria no es sólo un medio para evitar esa pérdida, sino que también entraña un peligro, "porque hace que el perdón no sea posible y el rencor se multiplique por mil".

El fracaso del matrimonio de Samuel -un antiguo líder universitario que renuncia a sus sueños de juventud y se adocena- y Ruth (quien, decepcionada, termina por despreciar a su marido) es para el escritor el reflejo de muchas familias "en las que los miembros viven juntos, pero solos". "Ella ve a su marido como a un hombre mediocre aunque honrado, leal pero mezquino".

El autor de obras como Raro o Dónde crees que vas y quién te crees que eres piensa que la ambigüedad de las personas hace de la convivencia algo antinatural. "Creo que el amor es imposible. De todas las personas que somos, mostramos en público lo mejor de nosotros, pero en la convivencia tenemos que vivir tanto con las virtudes como con los defectos, y eso oxida la relación".

Sometimiento

El cuarto personaje es Marta, una estudiante de Medicina que inicia una relación de sometimiento con un hombre que la utiliza y la desprecia. Prado se identifica más con el niño que, tras recibir la descarga de un rayo, se comporta de forma extraña. "Las cosas, por raras que parezcan, basta con que las nombres para que existan", señaló Prado, que tomó la idea de una historia que le contaron. No sólo es fuego fue seleccionada por un jurado formado por las novelistas Rosa Regás y Fanny Rubio, el periodista José Antonio Álvarez-Gundín y el poeta y crítico literario César Antonio Molina. Molina, que presentó ayer el libro junto al escritor Felipe Benítez Reyes, definió No sólo el fuego como un fiel retrato del mundo contemporáneo, en el que el autor ha conseguido unir "la claridad de la escritura periodística con un estilo literario". En su opinión, los verdaderos derrotados son personas como Samuel y Ruth, "la generación que ha sufrido la posguerra y la transición, que ni siquiera ha podido tener la heroicidad de haber perdido la contienda".

Para Benítez Reyes, la novela logra reflejar con precisión el conflicto continuo de la convivencia, "ese clima de extrañeza, de realidad anómala que se crea entre personas que mantienen vínculos". El escritor jerezano describió No sólo el fuego como una obra "compleja y a la vez diáfana", con una fuerza poética que le ha llevado incluso a subrayar algunas frases.

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