Un estudio en Cádiz demuestra que el agua de la bahía no está contaminada por la industria Los vientos que sacuden la zona impiden que los residuos de las empresas se acumulen
El análisis de los sedimentos industriales depositados en la bahía de Cádiz durante los últimos 115 años ha permitido establecer científicamente que su nivel de contaminación está por debajo del considerado normal. El estudio, en el que han estado ocupados durante los dos últimos años investigadores de los departamentos de Física Aplicada de Cádiz y Sevilla y de la facultad de Ciencias del Mar de Cádiz, pone de manifiesto que la histórica concentración industrial en la comarca no ha dejado un efecto letal en el medio ambiente, sino que, por el contrario, "es perfectamente compatible la actividad industrial con el medio ambiente", según Diego Sales, decano de Ciencias del Mar. En la zona se concentran importantes empresas dedicadas a la construcción naval, a las construcciones off shore, a la producción tabaquera y a la automoción. El estudio también se incluye la contaminación producida por la actividad agrícola (abonos) y la humana. El trabajo se ha realizado con avanzadas técnicas -entre ellas la medición por radioisótopos, que aprovecha la radiactividad natural de los elementos para su datación- y se han extraído sedimentos del lodo de la bahía a una profundidad de 1,5 metros, mediante la introducción de cilindros. Los científicos han analizado y fechado por separado cada dos centímetros de materia orgánica. Cuatro han sido los elementos analizados: mercurio, cadmio, plomo y zinc, componentes habituales de la contaminación industrial. Los lodos se han extraído tanto de la bahía interna (la que queda atrapada entre las poblaciones circundantes, constituida por una maraña de caños) como de la externa (que se comunica con el Océano Atlántico). Los índices más elevados de contaminación -siempre por debajo de proporciones moderadas- se han detectado en la zona interior, donde los lodos incorporan los metales pesados con más facilidad al tratarse de un lugar menos batido por las corrientes. A través del estudio practicado por las Universidades de Cádiz y Sevilla es posible establecer una cronología de la industria en la Bahía, donde se mantiene una actividad continua desde el último tercio del siglo pasado. Con carácter general, los investigadores han apreciado una tendencia a la estabilización de agentes contaminantes en el lodo y su descenso en las capas más superficiales del limo. De igual forma, consideran que los metales más antiguos hallados en la zona proceden de otros lugares y han llegado a la bahía a través de escorrentías. También cabe la posibilidad de que tengan una procedencia natural. El análisis exhaustivo de los metales ha permitido establecer un aumento de la actividad industrial entre 1935 y 1940, periodo que coincide con un incremento del trabajo en las distintas fábricas de la zona. Por el contrario, la contaminación es más baja en los últimos 15 años, fundamentalmente por la introducción de las gasolinas sin plomo en los procesos industriales. "De cualquier manera, en todos los periodos se mantiene un nivel bajo. Desde el punto de vista científico, a eso no le llamamos contaminación", explica Rufino Ligero, coordinador del proyecto. A la vista de estos resultados, Diego Sales atestigua que "la calidad de las aguas de la bahía si no es excelente sí es, cuando menos, alta". El trabajo, que ha sido encargado por la Consejería de Medio Ambiente, ha facilitado datos sobre la radiactividad detectada en la zona, donde viven más de 400.000 personas. La presencia constante de fuertes vientos ha propiciado que la radiactividad en la bahía de Cádiz sea menor de la que le correspondería atendiendo a su localización geográfica. Así, los niveles de cesio 137 (radiactivo) están por debajo de lo previsto. Las técnicas empleadas también han permitido establecer con precisión la cronología de la contaminación radiactiva. Los primeros picos importantes se detectan entre 1954 y 1964, la década en la que comenzaron las pruebas nucleares masivas en distintos lugares del mundo. El trabajo informa de un segundo incremento de la radiactividad en la bahía de Cádiz a principios de los ochenta, cuando Francia y China intensifican sus trabajos nucleares. En 1986, la atmósfera, y por extensión los lodos, recibieron un baño de cesio 137. Fue el año del accidente de la central nuclear de Chernóbil (Ucrania). A la vez que se acuerda la moratoria para las pruebas nucleares en todo el mundo, comienza a descender la presencia de estos materiales en la bahía. "En todos los casos hemos estado por debajo de los límites que nos hubieran correspondido por nuestra latitud", aclara Ligero.
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