La política lingüística de CiU dividirá a Cataluña si Pujol gana, según Maragall
Pasqual Maragall le hincó ayer el diente a uno de los grandes asuntos de la política catalana que marca sus diferencias con Jordi Pujol: la cuestión lingüística. El candidato socialista sostuvo que en la pasada legislatura CiU ha "agitado" la política lingüística con el fin de provocar una división en la sociedad catalana de la que poder extraer rendimientos electorales. La "prudencia" con que reaccionaron los socialistas ha conseguido que Cataluña no esté dividida por la política lingüística, aseguró. Pero auguró que probablemente acabará estándolo "si las cosas continuasen como hasta ahora". Es decir, si Pujol ganara las elecciones.
Maragall reiteró ayer que, en su opinión, la reforma de la legislación sobre el uso de las lenguas en Cataluña emprendida por CiU hace dos años era innecesaria y, en el fondo, fue fruto de una voluntad de agitación nacionalista con finalidades puramente electorales. Uno de los objetivos de Maragall es aliviar la tensión introducida en la sociedad por esta actuación de los nacionalistas, que culminó en una controvertida aprobación de la Ley de Política Lingüística. Para conseguirlo, anunció que no pretende derogar esa ley, sino aplicarla con otra "sensibilidad".El rival de Pujol insistió en que la política lingüística no debe ser un asunto que provoque enfrentamientos y la manera de conseguirlo no es volver una y otra vez sobre una legislación que según él "ya se ha tocado demasiado", sino crear "un clima de una gran confianza en el país, en sus posibilidades y en su diversidad". Una diversidad de la que dijo que "no es contradictoria y no es dramática".
Por lo tanto, la decisión de los socialistas es que, si ganan las elecciones mantendrán la legislación lingüística pero que la aplicarán "con mucha más sensibilidad, mucha más tranquilidad y mucha más franqueza".
El rechazo social provocado por la manera de actuar de CiU en un asunto que afecta a lo más hondo de la identidad de las personas es, según Maragall, "una de las garantías de que habrá cambio en Cataluña" en las eleciones autonómicas del próximo 17 de octubre.
La gente es consciente, explicó ayer Maragall en su comparecencia en un ciclo de conferencias organizado por la agencia Efe, de que "CiU no buscaba resolver problemas" al promover la reforma de la legislación lingüística. Al revés, aseguró, antes de señalar que ante la ausencia de proyectos de futuro, el Gobierno de Pujol "buscaba asuntos que pudieran dividir a los catalanes para enfrentarles desde un punto de vista electoralmente rentable" para CiU.
Actitud prudente
Maragall justificó la actitud negociadora adoptada por el PSC en este asunto, que le llevó a votar en favor de la Ley de Política Lingüística tras eliminar del proyecto los aspectos más conflictivos. "Nosotros hemos actuado siempre con mucha prudencia en este tema para no dividir a Cataluña. Según qué hubiéramos hecho se nos habría dicho: "Cataluña está dividida". No lo está. Y no lo estará, sobre todo", afirmó.
Los rivales nacionalistas de Maragall dicen de él que en estas elecciones es el candidato del Foro Babel, una plataforma que combate la política lingüística de CiU. Maragall dejó claro que no ha integrado en su programa las propuestas de este Foro, aunque en su candidatura figura la catedrática Victoria Camps, una de las integrantes de esta organización.
Las palabras de Maragall provocaron ayer mismo la respuesta de Josep Antoni Duran Lleida, el líder de Unió Democràtica de Catalunya (UDC), el segundo partido de la coalición CiU. Duran consideró "sorprendente y grave" que Maragall adopte ahora una posición que equiparó a la del ex presidente del PP de Cataluña, Aleix Vidal-Quadras. El dirigente democristiano lo atribuyó a que, según él, Maragall "está nervioso porque ve que su campaña electoral no avanza".
Pese a esta apreciación de sus adversarios, Maragall ha conseguido en esta campaña algo que los anteriores candidatos socialistas no habían logrado: el apoyo de un gran número de sindicalistas de UGT y de Comisiones Obreras. Afiliados de ambos sindicatos están organizando para el próximo 1 de octubre una cena multitudinaria, a la que pretenden que asistan 15.000 comensales. En anteriores elecciones, los candidatos socialistas sólo habían tenido el apoyo de UGT.
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