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LA CRISIS DE TIMOR

Las tropas de la ONU toman la capital de Timor sin la menor resistencia de las milicias

Unos 2.300 soldados de Naciones Unidas tomaron ayer los centros neurálgicos de la devastada capital de Timor Oriental mientras miles de refugiados en las montañas acogían con entusiasmo la llegada de la fuerza multinacional que restablecerá el orden en el territorio y abrirá las puertas para su independencia. Las tropas de paz desarmaron a algunos miembros de las milicias en Dili y no tuvieron ningún incidente en el primer día de su despliegue. La capital de Timor Oriental recibió a las primeras fuerzas de Naciones Unidas con edificios aún ardiendo y las calles desiertas.

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El despliegue de los 2.300 soldados comenzó sobre las 6.45 (0.45, hora peninsular española). Los primeros, australianos, fuertemente armados y con el dedo en el gatillo, tomaron el aeropuerto de Dili. Hasta allí, a lo largo del día llegaron 28 aviones Hércules C-130, en intervalos de 15 minutos, con soldados australianos, británicos, neozelandeses y tailandeses. Además, nueve barcos de guerra permanecían próximos al puerto de Dili. Las tropas aseguraron el aeropuerto, el puerto (en el centro de la ciudad) y la sede de Naciones Unidas, que anoche estaba protegida por los gurkas del Ejército británico, una fuerza especial de origen nepalí. En total, participarán 20 países con un contingente de 7.500 soldados.Los restos de los saqueos se acumulan en las calles mientras centenares de timorenses aguardan junto a la residencia del obispo Ximenes Belo y en los alrededores del palacio del gobernador la ansiada llegada de las tropas. Algunos refugiados se protegen del sol con pequeñas lonas y custodian los pocos enseres que han podido salvar de los feroces ataques de las milicias y el Ejército como colchones, un poco de ropa y algo de comida. El comandante de la fuerza multinacional, el general australiano Peter Cosgrove, acompañó al jefe de la Misión de Naciones Unidas en Dili, Ian Martin. Éste aseguró que la misión de la ONU no saldrá hasta que su mandato sea cumplido, y destacó el comportamiento "profesional" del Ejército indonesio. Los responsables de la ONU estudiaban anoche la puesta en marcha de sus no muy deterioradas oficinas, así como la instalación de su personal, dado que casi todos los hoteles están destruidos.Las tropas apenas sufrieron mayores incidentes, con la salvedad de algunos encuentros con milicianos a los que desarmaron sin que ofrecieran resistencia. Algunos paramilitares aún se paseaban ayer en motocicletas, pero la mayoría parece haber abandonado el territorio en dirección al área occidental de la isla, donde se encuentran deportados a la fuerza alrededor de 300.000 timorenses, según las organizaciones humanitarias.

Los miles de refugiados en las montañas acogieron con entusiasmo la llegada de las tropas y esperan regresar a sus hogares en los próximos días, una vez que dichas fuerzas hayan asegurado el control. El dirigente de la resistencia timorense, Leandro Isaac, agradeció la colaboración de la comunidad internacional en el restablecimiento de la paz en el territorio que, después de 24 años de una represiva anexión, se encuentra al borde de su independencia.

El ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas indonesias, el general Wiranto, antiguo colaborador del dictador Suharto, negó en el Parlamento de Yakarta que miles de timorenses hayan muerto en los ataques de las milicias, que contaron con el apoyo del Ejército indonesio. Wiranto aseguró que sólo 90 timorenses han muerto en las matanzas, mientras que las organizaciones humanitarias creen que esa cifra puede rondar las 10.000 personas. Responsables de la resistencia afirman que sólo en Dili murieron casi mil personas en los dos días siguientes al referéndum que abrió el camino de la independencia con el 78,5% de los votos. Responsable del fracaso del Ejército en el mantenimiento de la seguridad, Wiranto no dudó en afirmar que unos 3.700 soldados indonesios murieron en Timor Oriental durante los cinco primeros años de la anexión y más de 2.400 resultaron heridos. En los 25 años de anexión, Wiranto calcula que entre 5.000 y 10.000 soldados perdieron la vida en la isla.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, afirmó ayer que los militares indonesios "cooperaron con las milicias o ignoraron los ataques" de éstas que sembraron el terror entre una población desarmada. "Desconozco hasta dónde llega la responsabilidad en la cadena del mando militar, pero los militares cooperaron", sostuvo Annan. El secretario general de la ONU afirma que los autores de las matanzas "deben rendir cuentas" de las atrocidades, y recordó que la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Mary Robinson, ha propuesto la creación de una comisión que investigue los crímenes contra la humanidad perpetrados allí. Por otro lado, las milicias crearon el pasado domingo el Frente Nacional para la Unidad, una nueva organización que pretende concentrar sus esfuerzos para "defender la integración [de Timor Oriental o una parte del territorio] en Indonesia", según reconoció ayer a la agencia oficial de noticias portuguesa Antara su nuevo presidente y administrador de Dili, Domingo Soares. El dirigente integracionista Basilio Dias Araújo afirmó: "No vamos a abdicar de nuestro territorio, esperamos que las fuerzas internacionales negocien con nosotros".

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