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Buteflika consigue una aplastante victoria en las urnas y legitimidad para su política de reformas

Juan Carlos Sanz

El aplastante triunfo del sí en el referéndum por la paz celebrado el jueves en Argelia -con cerca del 99% de los votos- abre de par en par la puerta a la política de reformas que Abdelaziz Buteflika comenzó a anunciar anoche como contrapartida al apoyo popular a su propuesta de reconciliación nacional. El presidente argelino, que se dispone a designar un nuevo primer ministro, cuenta ahora con una legitimidad popular sin precedentes en el país magrebí, cuya aterrorizada población confía en poder salir de la crisis social desatada tras más de siete años de violencia.

En un discurso televisado a la nación, Buteflika agradeció anoche a los argelinos su "voto por la paz y la reconciliación", que, según dijo, representa "el principio de la grandeza del país". Con semblante grave, el presidente de la República anunció durante su intervención, de 30 minutos de duración, "el despertar de una nueva Argelia en paz, sin tabúes ni prohibiciones", a la que sucesivamente definió como "casa común" de "un pueblo que vuelve a ser civilizado" y "nación renovada".Tras defender la democracia y el pluralismo, Buteflika anunció también que la votación del jueves había marcado el fin de 10 años de crisis en una Argelia donde "ya ha empezado la esperanza de vivir mejor".

"El referéndum es un mensaje del pueblo argelino a los demás países y a los inversores que quieran venir aquí", enfatizó el presidente, antes de advertir que la reconciliación va a acabar con el terrorismo: "Los [miembros de los grupos armados] que se han quedado en las montañas tendrán que asumir su responsabilidad, pero los demás podrán empezar una nueva vida después de resolver sus problemas con la justicia".

Al comienzo de la misma jornada, el ministro del Interior compareció en público por primera vez en la reciente historia electoral argelina para ofrecer los resultados definitivos apenas cinco horas después del cierre de los colegios electorales. "Los argelinos han votado de manera franca, masiva y hasta con fervor y entusiasmo", proclamó complacido a primera hora de la madrugada de ayer el titular de Interior, Abdelmadek Sellal.

La relativa rapidez con la que fueron comunicados los resultados, junto con la más que evidente sintonía de los votantes con la propuesta pacificadora del presidente, parece haber disipado las sospechas que ensombrecieron los últimos comicios. Los resultados oficiales no ocultan el voto de castigo de la comunidad bereber de la Kabilia -donde la abstención se situó en torno al 60% y el no alcanzó un 6%, el porcentaje más alto del país- ni el descontento de sectores de las ciudades como Argel (un tercio de abstencionistas) y, en menor medida, Orán y Constantina (una quinta parte). Cuatro de cada diez votantes registrados en los consulados europeos dieron la espalda a las urnas.

Pero la alta participación electoral, con tasas superiores al 90% y que en ocasiones rozaban la unanimidad, fue la nota dominante en la Argelia profunda, desde wilayas (provincias) como Medea o Blida, próximas a Argel, que han sido escenario de las peores matanzas, hasta Adrar o Tinduf, en el desértico sur del país, que se han mantenido a salvo de la violencia.

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La aplastante mayoría del sí, 98,63%, unida a una participación récord, 85,06%, confirma las expectativas de apoyo popular al presidente en un país desencantado de las urnas después de casi tres décadas de régimen de partido único y de una sobresaltada transición que condujo, a finales de los ochenta, al baño de sangre de la guerra civil.

El espaldarazo de las urnas confiere a Buteflika un superávit de legitimidad frente a su polémica elección como jefe del Estado el 15 de abril, cuando los otros seis candidatos se retiraron entre denuncias de fraude. Los grupos armados integristas seguirán asesinando, como el propio presidente reconocía.

Los guerrilleros tienen hasta el 13 de enero, según la Ley de Concordia Nacional, ratificada el jueves por los argelinos, para entregarse a las autoridades a fin de recibir el perdón, "si sus manos no están manchadas de sangre", o una reducción de pena.

Mientras, Buteflika se dispone a ejercer el poder con la bendición de las urnas. La designación de un nuevo primer ministro y de un equipo de gobierno parece inminente, según la prensa de Argel. Buteflika, que ha mantenido hasta ahora al Gabinete de Ismail Hamdani, heredado de su predecesor en la presidencia, el general retirado Liamín Zerual, ha descartado la formación de un Gobierno de unidad nacional.

Con su nuevo equipo, el presidente deberá afrontar ahora los problemas sociales y económicos de Argelia, que no ha dudado en describir descarnadamente durante la campaña del referéndum.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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