Indonesia retira a 8.000 soldados de Timor en vísperas de la llegada de las tropas de la ONU
El Ejército indonesio retiró ayer de Timor Oriental un contingente de 8.000 soldados en dirección a Atambua y Kupang, en el área occidental de la isla, donde se concentran unos 300.000 deportados timorenses, según confirmaron fuentes militares. El jefe de la fuerza de la ONU, el general australiano Peter Cosgrove, llega hoy a Dili para coordinar el despliegue. Cosgrove explicó que sus tropas tienen órdenes de disparar contra los grupos armados: "Las milicias tendrán que entregar las armas o dejar Timor". EEUU también advirtió a las milicias de que no ataquen a la fuerza de paz.
Las autoridades militares indonesias informaron ayer de que la salida de los 8.000 soldados obedece a un plan del Gobierno de Yakarta para reducir el riesgo de un eventual enfrentamiento con las fuerzas de paz de las Naciones Unidas. Aún permanecen en Timor Oriental unos 15.000 integrantes de las Fuerzas Armadas; entre ellos, los comandos especiales del Ejército: las temidas compañías del Kopasus al mando del general Prabowo, yerno del derrocado dictador Suharto.Los responsables de la fuerzas de pacificación tampoco descartan problemas con las milicias responsables de las recientes matanzas entre la población civil, que ayer seguían exhibiendo sus armas automáticas por las calles de Dili, la capital de Timor Oriental. Los grupos proindonesios, que se han manifestado estos días en Yakarta contra el despliegue de las tropas de la ONU, han mostrado todo tipo de pancartas en las que se amenaza de muerte a los soldados australianos -el principal contingente de esa fuerza de paz- pues se les considera partidarios de la independencia de Timor Oriental.
El primer ministro australiano, John Howard, advirtió ayer de que cualquier ataque contra los soldados de la fuerza internacional tendría una respuesta militar y "provocaría un aumento inmediato de sus integrantes, con la colaboración activa de aquellos países que ahora sólo prestan ayuda logística", en una clara referencia al apoyo inminente de Estados Unidos.
Esta fuerza de paz tiene como misión principal garantizar la seguridad de los habitantes de Timor Oriental, y no tanto imponer los resultados de un referéndum que fue aceptado de antemano por Indonesia en un pacto firmado con Portugal (la antigua potencia colonial) y la ONU. El problema, a juicio de los observadores, es que, en ese compromiso, no se encuentra claramente establecido un calendario de transición entre la administración indonesia y el embrión del Gobierno independentista. El nuevo Parlamento indonesio, que toma posesión en octubre, deberá refrendar esos resultados.
Campaña de limpieza
Los militares indonesios se ocuparon ayer de limpiar la capital en la medida de lo posible: cargaban armamento y todo tipo de enseres en camiones militares y barcos de la Marina. Mientras algunos se llevaban todo lo que podían, incluyendo ordenadores, frigoríficos, ropas y televisiones, otros se afanaban en adecentar las calles y áreas céntricas de la capital.
Un miembro de la Misión de Naciones Unidas, refugiado en Dili, explicó que grupos de soldados y miembros de las milicias prointegracionistas abandonaron el jueves la ciudad de Baucau, al noreste de la capital, en aviones Hércules C-130 militares. El funcionario de la ONU añadió que los paramilitares "marchaban en perfecta formación", demostrando "un alto nivel de disciplina, algo soprendente en una milicia" sin aparente formación castrense. Al parecer, las milicias están abandonando el territorio de Timor Oriental en dirección al área occidental de la isla, concentrándose junto a la frontera, en Atambua, y en Kupang, donde controlan los campos de deportados.
El comandante de Timor Oriental, el general Kiki Syahnakri, anunció el jueves la retirada del Ejército indonesio del territorio, pero el propio presidente, Yusuf Habibie, explicó más tarde que algunos grupos de militares permanecerán en el territorio hasta noviembre, según los acuerdos alcanzados en Nueva York, y actuarán como "agentes de enlace y consejeros" de la fuerza multinacional. En este sentido, el ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, el general Wiranto, precisó que no se trata de una retirada total del Ejército, sino "de un ajuste de fuerzas".
El general Peter Cosgrove, que tiene previsto llegar hoy a Dili, explicó que va a hacer "todo lo posible" para concertar con las autoridades indonesias el despliegue de la fuerza de paz y "con absoluta transparencia intentar evitar los riesgos de accidentes, incidentes y falta de entendimiento para proteger a los timorenses, de acuerdo con el mandato de Naciones Unidas".
Fuentes independentistas temen que las compañías trasladadas al área occidental de la isla siembren el terror en esas zonas, donde permanecen deportados en campos de concentración cerca de 300.000 timorenses que tuvieron que abandonar sus hogares a punta de fusil y se encuentran agrupados en campos de fútbol, polideportivos al aire libre, iglesias y en el mismo campo, bajo algunas lonas para protegerse del sol.
Asimismo, los dirigentes independentistas temen que las tropas indonesias lancen alguna ofensiva contra los refugiados en las montañas, antes de la llegada de la fuerza multinacional, con el fin de provocar la reacción de la guerrilla que protege a los atemorizados y hambrientos timorenses. Afortunadamente, dos aviones con ayuda humanitaria pudieron lanzar ayer toneladas de arroz, mantas, agua y otro tipo de alimentos en los alrededores de Ermera y Bobonaro, tras largas gestiones con las autoridades indonesias que obstaculizaron durante días esos vuelos.
Los dos aviones partieron de la ciudad australiana de Darwin, donde se concentran las fuerzas de paz y gran parte de la ayuda humanitaria, y se trasladaron a Dili, donde recogieron a un observador indonesio antes de partir hacia los puntos de destino y lanzar los paquetes a una altura de unos 200 metros.
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