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Un científico español descubre por qué los estrógenos protegen a las mujeres del infarto

El hallazgo abre la puerta a nuevos fármacos preventivos para ambos sexos

Un grupo de científicos dirigido por el profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona Miguel Valverde acaba de descubrir el mecanismo por el cual los estrógenos protegen a las mujeres de los infartos y accidentes cerebrovasculares. Que los estrógenos, las hormonas ováricas que producen las mujeres en edad fértil, tienen un efecto vasodilatador, ya se conocía, pero no se sabía por qué. El descubrimiento abre la vía al diseño de fármacos que, siguiendo la pauta de los estrógenos, puedan prevenir el infarto, tanto en hombres como en mujeres.

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El resultado de la investigación, que Valverde y su equipo iniciaron hace dos años, se presenta a la comunidad científica internacional a través de la prestigiosa revista Science en su edición de hoy.El equipo investigador ha centrado sus esfuerzos en el estudio de la hormona estrogénica estradiol y ha descubierto que ésta se une a una proteína que forma un canal que segrega potasio, conocido como canal Maxi-K y situado en la célula muscular del vaso sanguíneo.

En contacto con el estradiol, el canal se abre más y aumenta su actividad, segregando más cantidad de potasio. "Cuando esto ocurre, la célula reduce su actividad eléctrica y se relaja, provocando la disminución de la reactividad vascular y de la presión arterial", explicó ayer el director del estudio. Según Valverde, que ha ejercido en los últimos años de profesor de Fisiología en el King"s College de la Universidad de Londres y ha fichado recientemente por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el descubrimiento ha permitido constatar que las bases moleculares del efecto vasodilatador del estrógeno "son mucho más sencillas" de lo que creía la comunidad científica, que llevaba investigando este fenómeno sin éxito "desde hace por lo menos dos décadas".

"Lo que muchos grupos científicos pensaban", dijo Valverde, " es que los estrógenos se unen a alguna molécula -no se sabía cuál- en la célula muscular del vaso sanguíneo y eso determinaba cambios en una serie de mensajeros o moléculas que ponían en contacto una proteína con otra", determinando en último término la vasodilatación.

"En lugar de seguir toda esta vía compleja de señalización para indicar a la célula que tiene que relajarse, lo que ocurre es algo tan simple como que el estrógeno se une al canal de potasio y éste aumenta su actividad generando una relajación de la célula", explicó el director de la investigación.

Nuevos fármacos

Además de desvelar una incógnita que ha atraído la atención de muchos investigadores en los últimos años, el descubrimiento abre las puertas al diseño de fármacos que preserven la acción vasodilatadora de los estrógenos sin que su uso prolongado incremente el riesgo de padecer cáncer de mama.

Valverde recordó que la denominada terapia de reemplazo hormonal (suministro de estrógenos naturales a las mujeres menopáusicas) ha supuesto un gran avance en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y el resto de problemas asociados a la disminución del nivel de hormonas estrogénicas en las mujeres tras la menopausia. El problema del uso terapéutico de los estrógenos es que en tratamientos prolongados incrementa el riesgo de sufrir cáncer de mama.

Valverde explicó ayer que con el descubrimiento de la proteína sobre la cual actúan los estrógenos, se podrían diseñar fármacos que interaccionen exclusivamente sobre el canal de potasio (originando así un efecto vasodilatador) y sin que actúen sobre los receptores a los que se une el estrógeno produciendo una alteración de la expresión génica, lo que puede dar lugar al cáncer de mama.

Una de las ventajas del nuevo fármaco consistiría en que podrían tomarlo tanto las mujeres como los hombres, puesto que ambos sexos poseen el canal de potasio Maxi-K. "Más que un tratamiento para la mujer menopáusica, el descubrimiento abre una vía para abordar la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares a nivel general", afirmó el director del estudio.

Valverde inició su investigación en Inglaterra y firmó un convenio con una firma farmacéutica de aquel país. La colaboración se truncó cuando el profesor aceptó incorporarse a la universidad Pompeu Fabra. El servicio de investigación de este centro iniciará ahora una ronda de contactos con empresas farmacéuticas interesadas en sacar provecho terapéutico del descubrimiento.

Valverde advirtió que la obtención de un fármaco preventivo podría tardar 10 años y probar su eficacia otros 10. El profesor aseguró ayer que no ha pensado en registrar una patente para un futuro fármaco basado en su hallazgo. "Personalmente no creo en las patentes, el conocimiento científico debe ser de libre disposición para el beneficio de la humanidad", afirmó. Valverde ha contado con la estrecha colaboración del equipo de Ramón Latorre, del Centro de Estudios Científicos de Santiago de Chile.

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