Los argelinos votan hoy el perdón a los integristas sin delitos de sangre
Olvidar y reconstruir un país sembrado con 100.000 tumbas de víctimas de la violencia. Esta es la fórmula que el presidente Abdelaziz Buteflika defendió ayer en Argel para lograr la reconciliación nacional. Era su último mitin a pocas horas del referéndum en el que los argelinos deben ratificar hoy a Ley de Concordia Civil, que abre las puertas del perdón a los integristas sin delitos de sangre.
ENVIADO ESPECIAL, Buteflika ha aprovechado hasta el último momento para pedir el sí, después de tres semanas de campaña en las que ha recorrido el país con su mensaje de paz para alcanzar la prosperidad. "La reconciliación, la paz, es para todos", insistió a lo largo de un discurso de más de una hora de duración, salpicado de aplausos y consignas de apoyo. Tras dejar claro que "ya no existen más FIS [Frente Islámico de Salvación, disuelto tras el golpe militar de 1992]" el presidente argelino repasó los principales problemas del país: el paro (30% de la población activa), la dramática falta de viviendas, la pobreza, e incluso la corrupción. "Tenemos problemas internos, y no sólo de derechos humanos... pero sobre todo no podemos perder nuestro país. Ahora hay que olvidar el pasado y trabajar, desarrollar la economía, pensar en nuestros hijos", remachó."Antes era muy difícil hablar de reconciliación en Argelia", aseguró Buteflika, quien dijo conformarse con la mitad más uno de los votos en el referéndum de hoy y que evitó aludir a su pasada promesa de dimitir si el no triunfaba en las urnas. "Si el pueblo dice que no, encontraremos otra solución", advirtió ayer.
Nota crítica
En un acto político perfectamente encuadrado, en el que partidos y organizaciones sociales contaban con espacios reservados y la mayoría de los asistentes lucía una credencial de entrada, la única nota crítica procedió de las madres de detenidos y secuestrados desaparecidos. "Nos has engañado, has olvidado a nuestros muertos, es todo mentira", gritaban decenas de mujeres de la Asociación Nacional de Familiares de Desaparecidos (ANFD), con su presidenta, apellidada Kuidri, a la cabeza.
Con su contrastada astucia de veterano diplomático y estadista, Buteflika se percató de que ese sector del público -unas cincuenta mujeres entre un pabellón polideportivo en el que se agolpaban más de 3.000 personas- podía arruinarle el mitin. "Si no está de acuerdo conmigo, luego le daré la palabra", terció el presidente que acostumbra a cerrar sus discursos con un turno de preguntas de los asistentes. Pero ante la insistencia de los gritos de protesta de la ANFD, invitó a su presidenta a subir al estrado, la abrazó y le cedió la tribuna de oradores.
Sorprendida, Kuidri explicó que representaba a los familiares de 4.450 argelinos desaparecidos tras haber sido detenidos por los servicios de seguridad. "Nosotros estamos por la reconciliación, pero no podemos vivir así, sin poder enterrar a nuestros hijos ni condenar a quienes les han matado".
"Yo también tengo un sobrino que está desaparecido desde 1995... pero ahora no es tiempo de hablar de los problemas, sino de resolverlos", respondió el presidente argelino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.