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TERROR EN TIMOR ORIENTAL

Las milicias proindonesias asesinan a 200 personas en la noche más violenta en Dili

Un día después de conocerse el resultado del referéndum que abre el paso a la independencia de Timor Oriental, y tras 24 años de represivo control de Indonesia, nunca aceptado por la ONU, la violencia y el caos se han apoderado de la capital. Las milicias proindonesias, con la complicidad del Ejército, han causado más de 200 muertos en las últimas 24 horas, según la resistencia timorense, mientras miles de personas huyen a las montañas o se refugian en las iglesias. Dirigentes independentistas y diversos Gobiernos occidentales exigen una intervención inmediata para evitar un baño de sangre.

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Las milicias armadas proindonesias, con el apoyo del Ejército destinado en Timor, sembraron ayer el terror en la capital del futuro territorio independiente y causaron más de 200 muertos en una noche de cuchillos largos y venganzas incontroladas. Los barrios independentistas de Becora, Bidau-Masau, Kuluhum, Mascarenhas y Beto fueron tomados por las enfurecidas milicias. Desde la ocupación de Indonesia en 1975 han muerto en Timor más de 200.000 personas, un tercio de su población. El dirigente de la resistencia independentista, David Ximenes, localizado por este periódico a través de su teléfono móvil, explicó que se encuentra refugiado en las montañas con unas 2.000 personas: "Estamos en condiciones pésimas. Tenemos datos de que hay más de cien muertos, decenas de casas incendiadas y una oleada de represión incontrolada". Desolado por la impotencia, David Ximenes lanzó un dramático llamamiento: "Estamos aislados en las montañas, sin comida ni medicamentos. Pido ayuda inmediata y el envío urgente de una fuerza internacional que acabe con este genocidio. Dili se ha convertido en una ciudad del antiguo oeste americano donde impera la ley del terror".

Asalto al obispado

Otro dirigente independentista, Manuel Carrascalão, informó sobre las cinco de la tarde de ayer (once de la mañana, hora peninsular española) de que la oficina eclesiástica del obispo de Dili, Carlos Ximenes Belo, premio Nobel de la paz en 1996, donde se encuentran refugiadas cerca de 2.000 personas, había sido asaltada por las milicias, que causaron, al menos, 25 muertos. Religiosas carmelitas españolas relataron que, según testigos, los milicianos buscaban al obispo. Las calles se encuentran desiertas, la población está encerrada en sus casas y miles de personas han huido hacia las montañas o se han refugiado en las misiones religiosas. El superior del centro salesiano Don Bosco, el padre Orlando Fernandes, un filipino de 55 años, también pidió ayuda: "Estamos muy mal. Las milicias han vuelto a amenazarnos con asaltar la misión para asesinar a los independentistas. Estamos muy mal, no tenemos seguridad, y esta noche [del sábado al domingo] llegaron 5.000 personas. Son ya 6.000 los refugiados que tenemos y no disponemos de medios". Un centro de salesianas en Dili acoge a más de 500 mujeres y niños, y otro de carmelitas, cerca de la ciudad, tiene a otros 300 menores. Según la Cruz Roja Internacional, unas 25.000 personas están desplazadas ya en el interior de la isla.

Diversos timorenses contactados por este periódico aseguran que se oyen disparos permanentemente y que las milicias se pasean tranquilamente por la ciudad. Los mercados están desiertos, los bancos han cerrado sus puertas y la gente no sale de sus casas. Algunos intentan huir del país arriesgando la vida, puesto que las milicias controlan el puerto y el aeropuerto internacional. Radio Dili dejó de emitir el sábado.

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Unos 100 miembros de la comisión electoral de la ONU y miembros del Ejército con sus familias abandonaron ayer Dili, mientras los funcionarios de la Misión de la ONU permanecen encerrados en sus oficinas, donde se encuentra refugiado el coordinador de la Comisión Nacional para la Resistencia Timorense, Leandro Isaac. El portavoz de la ONU en Dili, David Wimhurst, explicó ayer que "la situación se está degradando".

El responsable de la guerrilla independentista, Taur Ruak, estudiaba el envío de sus hombres a la capital, pero el líder de la resistencia, Xanana Gusmao, dio órdenes para "mantener la calma y la tranquilidad" para evitar una guerra civil inmediata, según confirmó Manuel Carrascalão, tras entrevistarse con Gusmao en Yakarta.

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