Futuro incierto para el casco antiguo de Alicante
En los últimos cinco años una veintena de inmuebles se ha derrumbado, otras siete fincas han sido declaradas en ruina inminente, una decena están pendientes de demolición y no menos de 25 presentan anomalías estructurales. La degradación del casco antiguo de Alicante se extiende por calles y plazas mientras partidos de la oposición y vecinos reclaman al PP una intervención directa y continuada para su conservación, así como voluntad política para ejecutar las inversiones previstas en el Plan de Rehabilitación Arquitectónica, que lleva años de retraso.
El último día de agosto, la estructura de un viejo edificio del popular barrio, propiedad municipal, se desplomó a la hora de la siesta sin causar víctimas. Unas horas antes algunos niños jugaban en el interior del solar, adquirido por el Ayuntamiento para la construcción de un edificio destinado a viviendas y a acoger la sede social del Patronato de Santa Cruz. Es el penúltimo capítulo de un libro que se recrea en la desidia que desde siempre han demostrado las administraciones públicas por el casco antiguo de Alicante, de reducidas dimensiones pero degradado en extremo salvo en la parte baja, más próxima al centro comercial, donde se concentran los palacetes de recia estructura que han sido rehabilitados para dependencias municipales o negocios de hostelería. Desde el advenimiento de la democracia, la recuperación de la parte más antigua de la ciudad ha figurado inalterablemente en cuantos programas electorales han concurrido a los comicios, pero ninguno de los partidos gobernantes se ha preocupado con firmeza de sus empinadas callejuelas y viejos edificios, en su mayor parte deshabitados. En mayo de 1992, la administración socialista presentó a bombo y platillo el bautizado como Plan RACHA (Rehabilitación Arquitectónica del Centro Histórico de Alicante), que preveía una inversión pública de 10.000 millones de pesetas en cinco años, cantidad suficiente para recuperar el barrio. Incumplidos los plazos, el convenio se ha renovado periódicamente desde entonces, y salvo actuaciones muy puntuales la inexistencia de una intervención directa y continuada ha desembocado en un avance de la degradación arquitectónica, a la espera de que se pongan en marcha los proyectos redactados y, en algunos casos, hasta adjudicados. El último desplome ha hecho reaccionar a partidos de la oposición y vecinos, que reclaman al equipo de gobierno, del PP, la asunción de políticas intervencionistas para evitar la desaparición del barrio. Desde las filas de EU, su portavoz José Luis Romero considera "absolutamente necesaria" una fuerte inyección de fondos públicos. "Los derrumbes apenas son noticia ya, y la sensación de abandono contínuo ha calado en la sociedad", señala. Para el socialista José Antonio Pina, la ralentización del Plan Racha indica "poco interés" en salvar el casco antiguo de Alicante. "El barrio se salvará en la medida en que pueda llegar a ser un lugar para vivir, y es inconcebible que frente a eso asistamos a menudo a la constatación de que se cae a pedazos por pura desidia", dice. Los vecinos reparten las culpas entre socialistas y populares. "Ni unos ni otros apostaron fuerte por el barrio", señala Francisco Huesca, portavoz del colectivo Amigos del Casco Antiguo. "Se han limitado a una operación de maquillaje con la pintura de las fachadas, pero si no se refuerzan cimientos y cubiertas las fincas acaban en el suelo, como se ve cada cierto tiempo", añade. Una idea del estado de conservación del barrio la aportan las mallas, redes protectoras y plataformas metálicas instaladas para recoger cascotes.
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